Balagán

Cambio de guardia

La fuerte presión de Estados Unidos no ha conseguido allanar el camino para que el primer ministro palestino, Salam Fayyad, continúe en el cargo seis años después de acceder a él.

Fayyad, de 61 años, ha tenido que luchar desde el principio con el entorno del presidente Mahmud Abás, quien lo designó en 2007 a petición de Washington y la UE, y con el beneplácito de Israel.

Antiguo funcionario del Fondo Monetario Internacional, Fayyad es un tecnócrata prácticamente apolítico que daba seguridad a los países donantes que con su dinero han mantenido en pie a la ANP durante todos estos años de una manera artificial.

Desde el sábado, Fayyad es solo primer ministro en funciones, a la espera de que Abás designe a un sustituto, o a que por arte de magia se resuelva la crisis manteniendo en el cargo al primer ministro dimisionario.

No es la primera vez que Fayyad presenta su dimisión, aunque hasta ahora siempre se había encontrado una solución de última hora. Su modo de hacer, al margen del aparato de Fatah, del que no forma parte, le ha granjeado numerosas enemistades entre la veterana clase política del poderoso partido que fundó Yaser Arafat.

Las principales diferencias entre Abás y Fayyad, las que han conducido a esta última dimisión, tienen que ver con la provisión de competencias del primer ministro, unas competencias limitadas de las que Fayyad siempre se había quejado.

Se da la circunstancia de que hace ahora una década el entonces primer ministro palestino, Mahmud Abás, también dimitió al poco de ser investido por el mismo motivo. Entonces, como ocurre ahora con Fayyad, Abás reprochó al presidente Arafat que no le dejara maniobrar libremente.

La dimisión de Fayyad abre un periodo de gran incertidumbre entre los palestinos. Si no hay marcha atrás, Abás designará a un nuevo primer ministro -candidatos no faltan- si bien no será tan independiente como Fayyad y probablemente no contará con el apoyo y la confianza incondicionales y necesarios de los países donantes.

En los últimos días el secretario de Estado John Kerry ha llamado en varias ocasiones a Abás y a Fayyad con la intención de mediar entre ellos, pero su esfuerzo no se ha visto recompensado. Muy probablemente los americanos lo seguirán intentando.

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