Balagán

El cuento de nunca acabar

Lo de la negociación entre Israel y los palestinos es como el cuento de nunca acabar, pero con el agravante de que la ocupación se eterniza y se amplia constantemente sin solución de continuidad, mientras la comunidad internacional permanece con los brazos cruzados.

La decisión de Mahmud Abás de enviar una delegación a Washington para renudar el diálogo directo se antoja como una decisión arriesgada puesto que los palestinos no han conseguido prácticamente nada de lo que pedían y las negociaciones se abrirán "sin condiciones previas", tal como exigía Israel, aunque "sin condiciones" es justamente la peor condición con la que puede reanudarse el proceso.

¿Acaso es una "condición previa" que Israel deje de construir en los territorios ocupados? Ciertamente no, puesto que la legislación internacional lo prohíbe. ¿Deberíamos considerar que la legislación internacional es una "condición previa"? Si es así, lo mejor es acabar con la legislación internacional desde las Naciones Unidas, y que cada cual obre como le viene en gana, como hace Israel.

¿Acaso es una "condición previa" que Israel acepte retirarse de los territorios ocupados? La resolución 242 dice claramente que "es inadmisible la adquisición de tierra por medio de la fuerza". Lo que hay que hacer es justamente aplicar las resoluciones y no demorar eternamente su aplicación al tiempo que se consolida día a día la ocupación.

La situación de Mahmud Abás es delicada. Ha aceptado reanudar las negociaciones bajo duras amenazas de Estados Unidos, en contra de la opinión de la dirección palestina, tanto la de Fatah como de la OLP, por no hablar de Hamas, así como en contra de la opinión de la mayoría de la población palestina.

Abás está recibiendo numerosas críticas y me parece que esta puede ser su última jugada. Habida cuenta de cual es la actitud de Israel no es muy arriesgado anticipar que las conversaciones no llevarán a ninguna parte razonable, de modo que tras el previsible fracaso Abás estará más solo que nunca y deberá marcharse por la puerta de atrás.

Este muy bien podría ser el fin que persigue la estrategia de Binyamin Netanyahu.

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