El juicio 10790 se inicia hoy en El Cairo bajo la presidencia del magistrado Ahmad Sabri Yusuf. Entre los encausados se encuentra el expresidente Mohammed Morsi, que fue depuesto a principios de julio mediante un golpe militar liderado por el general Abdel Fattah al Sisi, que hoy es ministro de Defensa y hombre fuerte del régimen.

En las circunstancias actuales es fácil anticipar que Morsi será condenado. Está por verse a cuántos años, y que ocurrirá después, es decir, si continuará confinado en algún lugar desconocido, como hasta ahora, o se irá a una prisión ordinaria, lo que parece improbable.

Los Hermanos Musulmanes presentan el caso como un juicio contra la democracia, puesto que Morsi fue elegido en unas elecciones libres.

Los islamistas, paradójicamente, se han convertido en los primeros defensores de la democracia en los países de Oriente Próximo. Ocurre, sin embargo, que ellos ven la democracia exclusivamente como un proceso por el que la población acude a las urnas y deposita una papeleta.

Pero tan importante como depositar la papeleta es lo que viene después del recuento, cuando la parte que ha vencido en las urnas tiene que gobernar, y esto es algo que los islamistas no respetan (con excepción tal vez de los chiíes de Hizbola, que sí que respetan las costumbres y hábitos de los no creyentes en las zonas que controlan, especialmente en los suburbios del sur de Beirut).

Rosa Luxemburg escribió que la libertad consiste en respetar la libertad del prójimo.

Pongamos el caso de Hamas en la franja de Gaza. Ganaron claramente las elecciones de 2006 y desde que tomaron el poder al año siguiente por la fuerza (puesto que Fatah, con el apoyo de Occidente, no les permitió gobernar), ha impuesto sobre todos los habitantes de la franja un régimen islamista, muy patente en los hábitos y costumbres que se aceptan en público.

El caso de Palestina se parece al de Egipto en varias cuestiones; principalmente en que en uno y otro sitio los laicos (o los menos religiosos) no han permitido que gobiernen los islamistas elegidos en las urnas.

Pero en contra de lo que dicen los islamistas, hoy no se juzga tanto el resultado de las elecciones presidenciales y legislativas como la victoria del islam político que representan los Hermanos Musulmanes, un islamismo que ha sido aplastado desde su nacimiento en 1928.