Monstruos Perfectos

Lecturas de verano III: Los cuerpos extraños

Reconozco que hay algunos párrafos en Sabor a hiel, ese libro de Ana Rosa Quintana&CO para el que se trajeron más manos que para la muralla que cantaban Víctor Belén y Ana Manuel, que hacen verosímil el ya clásico chascarrillo del error informático, o incluso el de un virus maléfico en el Word: "La gran ventaja que permitía solventar bastantes escollos residía en el dinero y ella lo tenía a raudales." Literal.

"Doctor, tengo dinero a raudales, donde reside la ventaja que le va a permitir solventarme bastantes escollos: los de la barriga cervecera, las cartucheras, o estos escollos en forma de lorza que se me acumulan en la zona lumbar...", me imagino a Britney Spears diciéndole a su nuevo equipo de nutricionistas, entrenadores personales y coreógrafos de cabecera, que le cuestan unos treinta mil euros al mes y gracias a los cuales parece que nuestra Brit ha emprendido el camino de regreso al aséptico mundo Barbie tras una temporada en el maravilloso universo Barriguitas, desde donde le decimos adiós, no sin cierta nostalgia. Sé que dentro de algunos años recordaremos con melancolía este año:"¿t'acuerdas... -como diría Isabel Preysler- ... cuando Britney y yo fuimos gordas?" Snif, Spears.

Britney luce abdominales entre el paréntesis blanco de un bikini y baila junto al bordillo de una piscina en un hotel mexicano. Los chismosos online lanzan rumores sobre un posible nuevo romance de la cantante con uno de sus guardaespaldas (monumental), y a mí se me cruzan los cuerpos ajenos y las aguas cloradas.

"No hay nada peor que esforzarte por hacer tuyo el cuerpo de una persona y obtener a cambio su alma", recuerdo, busco, releo en La biblioteca de la piscina, de Allan Hollinghurst. Pero Britney no tiene tiempo para leerme. Bastante tiene con aplicarse en aprender las reglas básicas de las fracciones matemáticas, ahora que le son imprescindibles para su nueva dieta, inspirada en el exitoso método Victoria Beckham, que consiste en comer solo una tercera parte de lo que le sirvan en el plato (y, sospecho, utilizar el resto para obtener un compost que se guarda dentro del pelo, lo que proporciona ese voluminoso cardado que sobredimensione la cabeza de manera que el cuerpo, en comparación, parezca todavía más flaco. Lo normal).

Las starlettes del pop se someten a dietas, a lipoesculturas, a planes personales de entrenamiento intensivo. Y nos reímos. El poeta Leopoldo Alas, que se acaba de marchar, encontró otra manera, que leo en un poema de su hermoso libro El triunfo del vacío (un título que parece el eslogan promocional de mi currículo):

Después de tanto errar por tantos cuerpos, doy con el mío.

Por fin un hombre interesante. Soy él.

No era yo dirigiendo una nave imperfecta de carne,

tan firme y rotunda en su ingrata juventud.

Tomad y comed porque yo soy mi cuerpo.

Yo quise ser vosotros, amigos del alma,

y en cada uno aprendí a quererme."

Ya no me río.

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