Cartas de los lectores

14 de febrero

El PP y su memoria histórica
Es una pena que sea precisamente el líder aparentemente más demócrata del PP, Mariano Rajoy, el que dé el primer golpe de Estado en España después del encabezado por Antonio Tejero el 23-F
de 1981. Cuando el Estado de Derecho inicia un procedimiento legal contra personas que presuntamente han realizado una serie de acciones ilegales, lo que hay que hacer –en democracia– es colaborar con el Poder Judicial. Si, por el contrario, lo que se hace es romper el pacto de la Justicia firmado con el Gobierno de la nación, lo que se está dando es un golpe al Estado de Derecho. Simple y llanamente.
La diferencia respecto a otras épocas pasadas es que el infame golpista no cuenta con el apoyo del Ejército de antaño. En 1936 la iniciativa de Rajoy nos hubiera llevado a una guerra civil. Hoy no. Con todo esto, lo que se demuestra es que nos sobra la Ley de la Memoria Histórica para saber cómo se las gastan los fascistas. El actual presidente del Partido Popular nos refresca la memoria a diario.
Mario López Sellés /Madrid

México, un gobierno sin rumbo
El Gobierno de Felipe Calderón vive en una auténtica zozobra, incapaz de tomar un cambio, en la forma y en la práctica, en México. La politiquería barata sigue siendo el mayor escollo para esta nación de grandes riquezas y de mucha historia a sus espaldas, pero de nada sirve tener los elementos si las cabezas que gestionan esos recursos son ineptos y sólo les interesa el beneficio personal. He aquí el cáncer institucional que sólo genera el atraso del país.
Las multipublicitadas reformas sólo han hecho ricos a los publicistas. Cada día los medios son inundados con un sin número de pretendidas leyes, derechos e inversiones, pero la realidad refleja otro país. Ni siquiera la guerra emprendida contra el crimen organizado y el narcotráfico está dando sus frutos, sólo vemos el acumulamiento de cadáveres por uno y otro bando, así como el progresivo aumento de la inseguridad. Nadie está exento de verse la cara contra esto. El ejemplo lo hemos tenido estos días con la muerte de un ciudadano francés, que ha sacado a relucir de nuevo las carencias en materia de seguridad. Aún más cuando no se acaba de esclarecer la muerte del secretario de Gobernación, una cuestión que pone más interrogantes sobre la mesa. Es ahí dónde los políticos demuestran sus graves carencias en la materia, ya que piensan más en la perdida de votos que en realizar una gestión eficiente.
Luis Dorado /Madrid

La obra de Belloch
¿Por qué será que no me extraña nada que el alcalde de nuestra amada Cesaraugusta haya salido ahora con la berza de dedicarle una calle al fundador del Opus Dei? Los que queremos un Estado laico ya hemos asistido –ya sea el día del Corpus o en cualquier otra festividad católica– a su mística inmersión entre los rezos y los efluvios del incienso. Y claro, eso no sería el menor problema si Belloch acudiera como un particular, pero lo hace representando al Ayuntamiento de Zaragoza.
Ahí sí que nos topamos con la Iglesia, don Alberto. Además, nuestro alcalde vive obsesionado por el mismo impulso que movió a Escrivá de Balaguer: perpetuar su obra. Aunque la de Belloch –con la Expo de Zaragoza y el dragado del Ebro– nos va a costar a los aragoneses muchos dineros y una agresión constante a nuestro río.
El alcalde se defiende diciendo que, en esta tierra, tenemos una izquierda sectaria y que los verdaderos progresistas son los que, como él, tienen el valor de reivindicar los méritos del santo a pesar de la falta de consenso. De sus palabras deducimos que se desmarca de esta izquierda a la que con tanto desprecio define. Eso está bien, señor Belloch. Ya es hora de que nos quitemos las caretas y afrontemos lo que somos a pecho descubierto. Y si hay que ponerle una calle a monseñor, aunque sea el inductor intelectual de una secta que restringe la libertad de las personas, pues se le pone. Que para eso era aragonés e hizo algo grande. Yo, por mi parte, propongo que se le ponga otra a Torquemada, otro entrañable mañico de renombre. Encaja perfectamente en el esperpéntico concepto de orgullo patrio del alcalde.
Ana Cuevas /Zaragoza

Caza igual a sufrimiento
Miles de animales silvestres son asesinados anualmente en nuestro país debido al ejercicio de la caza que, lejos de ser un deporte o afición, es un sistema que engendra violencia y salvajismo. Además, millones de perdigones quedan esparcidos por el campo, contaminando la flora y envenenando nuestra tierra y nuestros ríos.
Cuando la caza era un recurso más de supervivencia, estaba justificada. Sin embargo, hoy en día no es en absoluto necesaria. El entretenimiento de los cazadores resulta perjudicial para la preservación y el equilibrio de la fauna y su práctica ha provocado ya la extinción al menos de 300 especies de animales vertebrados.
Por la terrible práctica de los cazadores, millones de animales agonizan durante días atrapados en crueles cepos, lazos, ligas o redes, métodos todos ellos ilegales.
Mª Pilar García /Zaragoza

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