Cartas de los lectores

14 de abril

Derecho a la vida
Es obvio que todos estamos a favor de la vida. Mi reflexión va por el camino de defender el derecho a nacer, a la vida, pero ¿a qué vida? Es necesario proporcionar a los hijos que tengamos un hogar decente, una familia unida, un mínimo bienestar, una mínima calidad de vida, no se trata de traer hijos e hijos sin tener lo más mínimo. Es más importante tener en cuenta las circunstancias en las que se encuentra una jovencita u otra mujer más o menos mayor para evitar, primero, el embarazo y, segundo, el aborto. Es necesario que se encuentre apoyada psicológica, económica y socialmente.
Para evitar los embarazos hace falta educación sexual desde la familia y los centros educativos, orientación y asesoramiento desde los centros de planificación e implicación política... ¿Por qué hay gente que se rasga las vestiduras ante los abortos, pero impide que se imparta educación sexual cuando esta abarca no sólo lo sexual, sino algo más importante como desarrollarse como personas asumiendo lo que uno es? Y si el Estado se ve obligado a tomar cartas en el asunto, porque la familia no hace nada, no se lo vayamos a impedir, ya que, como estemos esperando a que lo haga la familia, lo llevamos claro.
Si queremos evitar abortos –los que nos decimos a favor de la vida, de una vida digna–,
deberíamos preocuparnos por recoger firmas para una proposición no de ley que proteja a esa criatura que está en el vientre materno, trate de ayudar a esa mujer, joven o no, para evitarlo y ayudarla desde todos los puntos de vista.
Mª Carmen Rodero/Salamanca

Responsable
de la irresponsabilidad

Un alto cargo de Scotland Yard presentó su dimisión justo horas después de que se conociera que por un descuido suyo se frustrara una importante operación antiterrorista. El subcomisario británico Bob Quick, haciendo honor a su apellido –quick en inglés significa rápido–, se apresuró a actuar en consecuencia después de reconocer su imprudencia, un error que le ha costado el puesto.
Esta noticia me lleva, inevitablemente, a establecer cierta comparación con algún caso ocurrido recientemente en nuestro país, como el de la puesta en libertad del peligroso delincuente Astrit Bushi,
jefe de la banda que asaltó la casa de José Luis Moreno. El personaje, que cuenta con un largo historial delictivo, incluidos dos asesinatos cometidos en su país, anda ahora suelto como Pedro por su casa y aquí no sólo no ha dimitido nadie, sino que unos y otros (jueces, policías, Guardia Civil, vigilancia penitenciaria...) se pasan la pelota de la responsabilidad sin que nadie aclare cómo es posible que un criminal de tal calaña pueda campar a sus anchas.

El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, señaló que todo era consecuencia de un cúmulo de errores. Muy sagaz, ministro. Pero no estaría de más que alguien diera con la fórmula para resolver la caótica descoordinación entre los distintos organismos que intervienen en casos así, evitando las nefastas y previsibles consecuencias. No debe ser tan difícil. Está claro que no estamos al día. Ni siquiera al siglo.
Jordi S. Berenguer/Barcelona

La apuesta europea
Se habla en los medios de que las próximas elecciones europeas parecen ser una ocasión propicia para que el PSOE reciba un voto de castigo. Que me maten si entiendo tal razonamiento. Para comenzar, me declaro no votante de ese partido. Pero si lo fuera, la idea de que no votarle favorecería más que nada a su principal rival sería suficiente para impedirme incurrir en tal acto de masoquismo.
Y digo tal cosa porque quiero pensar que sus habituales votantes lo son con algún fundamento y no por capricho irreflexivo. ¿Es que en el otro partido, pese a la corrupción, pese a Federico Trillo, pese a las agresiones a lo público de la presidenta de la CAM, Esperanza Aguirre, no hay nada que castigar? Y que nadie alegue que las elecciones europeas tienen un carácter secundario. Cada vez más, los veintisiete de la Unión Europea estarán sometidos a las disposiciones que, como directivas, emanen de Bruselas, de, por ejemplo, Jaime Mayor Oreja y sus iguales.
José María Álvarez/El Escorial (Madrid)

La crisis y la utopía antisocial
Actualmente, con la constatación de que padecemos una brutal crisis estructural, se habla mucho de separar los fondos tóxicos (financieros) de los que no lo son para evitar contaminar todo el sistema. De hecho, lo que algunos privilegiados querrían es que los poderes públicos (es decir, toda la ciudadanía) se hicieran cargo de estos fondos venenosos y que los plutócratas pudieran ir haciendo la suya, incentivando los paraísos fiscales y promoviendo, como en los años ochenta del siglo pasado, la utopía antisocial del mercado libre (la ley de la selva) al 100%, sin ningún tipo de regulación.
La realidad es muy diferente y, sobre todo, la magnitud de la tragedia (social) es descarnada. Las consecuencias de la crisis financiera han infectado la economía productiva, la economía real y, en consecuencia, el paro y otras taras y/o problemas sociales que son demoledores.
Por otra parte, en nuestro país tenemos otro problema añadido: el modelo de crecimiento tóxico. Tendremos que hacer unos ingentes esfuerzos para indagar una alternativa, para superar el modelo socioeconómico actual, sin valor añadido –errático, poco planificado y de muy bajo nivel–, el cual, a estas alturas, es el máximo responsable de la miseria moral, la mortificación social y los desequilibrios económicos de todo tipo que padecemos.
Josep M. Loste Romero/Portbou ( Girona)

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