Cartas de los lectores

16 de julio

Adiós a San Fermín
Por fin ayer, a las 8:00, ya no sonaron los cerrojazos de los toriles, ni los gritos de los mozos animando a los toros para que se arranquen por la calle de la Estafeta hasta la plaza. Ya nuestros corazones dejarán de temblar. Las radios y las televisiones abrirán los telediarios como de costumbre.
Porque lo de los toros y sus aficionados tiene enjundia. Los chavales se mueren por mantener una costumbre que más parece una práctica de la Edad Media que un arte en sí. Quieren enfrentarse a la bestia y pierden la vida de forma estúpida. Otros quedan tocados para toda su vida, que, a menudo, es morirse mil veces. ¿Cómo es posible que haya quien defienda este tipo de tradiciones? Los únicos que hacen bien su papel son los toros, que defienden su "dignidad" animal.
Por desgracia, lo de Pamplona es un lunar en la piel del toro. Las fiestas que proliferan por nuestro país utilizando a los toros como conejillos de indias, quemándoles los ojos, clavándoles dardos o banderillas, son muestras más que suficientes como para que los ministerios de Sanidad y Cultura tomen cartas en el asunto, y procuren cambiar las corridas y los maltratos a animales por palomas mensajeras que lleven al mundo una imagen de nuestro país más culto y civilizado. Las banderas que se exhiben en campos de fútbol extranjeros con la efigie del toro tienen que desaparecer y, en su lugar, situar la paloma de la Paz de Picasso. Eso sí mostraría la verdadera cara de nuestra sociedad, y más después de la retirada de las tropas de Irak.
Raúl Pillado Lista / La Coruña (Galicia)

El caso Couso y la indiferencia judicial
Tristemente, la familia de José Couso jamás verá entre rejas a quienes lo asesinaron; tampoco el pronunciamiento condenatorio de la justicia universal burlada por quienes, eso sí, nos buscarán cuando intenten escalar las cimas del poder en las urnas.
Esta es nuestra patética realidad condicionada desde los poderes públicos, quienes traicionan una y otra vez los valores mismos de los Derechos Humanos. Por eso, hablar de la Justicia supone hablar de utopías, regresar prácticamente a las cavernas, esas donde sólo existía el poder del garrote. En los últimos tiempos hemos prescindido de él, pero lo hemos reformulado mediante leyes, las mismas que suponen un terrible latigazo para los menos favorecidos. Es ahí donde los clanes poderosos permanecen impunes ante ellas, como si la Justicia tuviese su propio escalafón social, un sentido inmune al paso de la historia que convierte todo esto en una tragicomedia existencial.
En los últimos años hemos visto ejemplos de la vileza con que la curia judicial atormenta a las víctimas de nuestra absurda sociedad; casos como el Yak-42, Ignacio Ellacuría, el escandaloso caso Gürtel y, ahora, se ceban con José Couso, asesinado por hacer su trabajo, contarnos con su cámara cómo el Imperio de los impunes perpetraba el inicio del genocidio iraquí.
Ante ello, el Gobierno de Aznar calló, fiel como nadie a los designios de George W. Bush, un triste malentendido, una confusión.
Dice el dicho: "Quien calla otorga", por ello, la familia de Couso emprendió el sinuoso camino hacia esa Justicia universal, querellándose –en mayo del 2003– contra los militares norteamericanos que le dispararon.
Estas acciones, contenidas y plagadas de obstáculos, hacen aflorar la indiferencia de muchas de estas eminencias jurídicas, quienes imparten sus veredictos siguiendo las órdenes de los poderes políticos del país.
No es extraño que, desde esas instancias, su putrefacto olor refleje su dudosa actuación, su miedo a plantar cara a las inmoralidades que hoy se cometen en nombre del progreso.

Asistimos a una lucha eterna por cambiar las cadenas de la indiferencia y por la supervivencia en paz de todos los seres de esta aldea global.
Luis Enrique Dorado / Madrid

Errores fatales
Sí; hay un máximo responsable de la tremenda cadena de deficiencias y errores que terminó con la vida del prematuro Rayan y con la de su madre, Dalilah. Así lo proclaman
–cumpliendo con su deber– los sindicatos que, una y otra vez, han tenido que denunciar
–incluso con paros y manifestaciones– el enorme deterioro de la sanidad pública en Madrid, su carencia de medios, su descarada privatización y su empobrecimiento con creciente número de decesos.
El nombre de ese nuevo Herodes que, fría y permanentemente, elimina a cuanto se opone a su ambición
–sin límites– omitiendo los medios que por su cargo público debiera proporcionar en la sanidad, no es otro que el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
Josefa Ortega Oliar / Madrid

Los adjetivos de Rajoy
Rajoy sobre el nuevo sistema de financiación autonómica: "El caos está servido" , "no es un modelo para la estabilidad" , "es antisocial", "son decisiones caprichosas".
La verdad es que no consigo descifrar su contenido. Decía Winston Churchill que "el político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué no ocurrió lo que él predijo".
Con Rajoy lo tenemos complicado. No predice nada y adjetiva todo lo que puede.
Josep Robert Reig Miró / Barcelona

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