Cartas de los lectores

17 de julio

Más allá del G-8
La semana pasada nos dejó una de las estampas típicas del inicio del verano. La cumbre del G-8, los líderes del mundo industrializado, se reencuentran en la castigada ciudad de L’ Aquila.
Este año, la reunión venía precedida por los escándalos de Berlusconi que, además, se escaqueó de la tarea de anfitrión y dejó la agenda de la cumbre en manos de Obama. Pero, más allá del debate sobre la ampliación y el futuro del
G-8, poca cosa.
La ambigua promesa de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 50% para 2050, el compromiso de relanzar y cerrar la Ronda de Doha para la liberalización comercial, 20.000 millones de dólares para acabar con el hambre en el mundo –de los que no sabemos cuántos son nuevos fondos ni quiénes los aportarán– y las típicas amenazas a Irán y Corea del Norte por sus ambiciones nucleares. Nada que no hayamos oído antes.
Probablemente las negociaciones choquen con la realidad de una política comercial proteccionista –siempre subvencionada por Europa y Estados Unidos– y la negativa de los países emergentes y empobrecidos a abrir aún más sus economías si no hay un cambio sustancial en las políticas agrarias de los más ricos, pero este es un proceso que va más allá del G-8 y sus sonadas cumbres.
Al final, lo que queda son unas cuantas fotos y una declaración. Poco más que papel mojado.
Iolanda Fresnillo / Barcelona

La Sanidad madrileña
Carmen Flores es la presidenta de la Asociación El Defensor del Paciente. Sus críticas a la gestión sanitaria del Gobierno de Esperanza Aguirre recibieron una querella por parte del Consejero de Sanidad y de la propia presidenta de la Comunidad de Madrid.
La asociación denunciaba en un comunicado que se estaba jugando con la vida de los pacientes: falta de medios materiales, técnicos y humanos; demoras en las listas de espera, en las diagnósticas y en las terapéuticas; trato deshumanizado o suciedad en las instalaciones hospitalarias que terminan provocando infecciones que a su vez –en algunos casos– llevan a los pacientes incluso a la muerte.
Según el Defensor del Paciente, la Comunidad de Madrid es la más denunciada y condenada de España por fallecimientos y lesiones graves. En cambio, para Aguirre es la mejor del territorio nacional, aunque cada vez sean más los que piensan lo contrario.
La Sanidad madrileña está enferma, muy enferma. Las negligencias médicas pueden acabar con una vida, las políticas pueden terminar con un derecho de todos.
Alberto Ríos Mosteiro / Madrid

No lo diga usted, hágalo
En verdad, es muy sintomático. Cuando algunos políticos ven peligrar el cargo porque los resultados de las urnas o la simpatía de los ciudadanos les están siendo desfavorables, entonces empiezan a hacerse notar ostensiblemente. A sacarse la máscara.
Se diría que es una especie de estado de ansiedad por demostrar lo buenos que son y lo poco que nosotros apreciamos en realidad su labor. Nada más lejos de la realidad.
Lo peor que le puede pasar a un político es perder la credibilidad. Esto sucede cuando el ciudadano deja de confiar en él o ella porque no ve transparencia en su gestión. Entonces, el político empieza a sentirse sencillamente solo. Ya no conecta con la calle y, por eso, sale de su madriguera.
Ellos son el poder establecido, los que tienen al ciudadano amordazado, cuando no sumido en la ignorancia y la exclusión social. No se dan cuenta de que algunas leyes morales, cuando se vulneran, terminan pasando factura a quienes las omiten.
Por estas y por otras omisiones en el desempeño de su labor, les conoceremos. No vengan cada mañana a contarnos el cuento de la lechera y, desde luego, no esperen a la próxima legislatura para poner en marcha ese paquete de medidas que nos habían prometido. A lo mejor, en esa fecha, ya no les tenemos en el poder. Yo, personalmente, no les voy a renovar mi confianza vistos los resultados –o mucho tendrían que cambiar las cosas–. Por desgracia para ellos, los sondeos de opinión siguen bajando.
Luis Enrique Veiga/ La Coruña

Me quiere o no me quiere...
Rajoy ordena que las comunidades del Partido Popular se abstengan en la votación de la financiación. Esta decisión es para hacer parecer más coherente el hecho de que las autonomías populares firmen y cojan el dinero. Si a Rajoy se le preguntara si es indeciso seguro que contestaría así : "Yo no soy indeciso... o sí ".
Josep Robert Reig / Barcelona

¿Riesgo de deflación? ¡Suba los impuestos!
Más sencillo imposible. Digan lo que digan estamos al borde de la deflación –tan sólo los tecnicismos nos impiden afirmarlo–. Los precios bajan de manera generalizada; liderados, fundamentalmente, por la vivienda y, en menor medida, por los alimentos. ¿Qué hace el Gobierno? Dos técnicas simplonas. Primero, negar la mayor: "No estamos en deflación" (como si por negar la existencia de un hecho, este finalmente se esfumara), y segundo, tomar verdaderas medidas antideflacionistas con jugoso efecto secundario para las paupérrimas arcas del Estado, es decir, una subida generalizada de los impuestos directos; así, tiramos de los precios hacia arriba a la vez que engrosamos las magras cuentas de la Administración. Perfecto.
¿Quién sufre aquí? Pues, evidentemente, los ciudadanos. El Gobierno, tras el amago populista de "subir los impuestos a los ricos", ha vuelto sus ojos sobre la sufrida clase media –el 80% de la población–. Ya sabemos, entre todos aguantamos más (hasta que no podamos).
Javier Lacomba / Valladolid

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