Cartas de los lectores

17 de septiembre

Él lo haría peor
"No es difícil gestionar mejor la crisis en España, pero es difícil hacerlo peor", según ha declarado José María Aznar en su visita a Bogotá. Como sabemos, lo suyo es acometer grandes empresas, resolver asuntos espinosos, alcanzar metas que para otros resultan inalcanzables y transformar en posible lo imposible, pero, por todos los santos, impidamos que lo intente de nuevo porque, si lo verdaderamente difícil es hacerlo peor, seguro que él lo conseguiría.
Enrique Chicote Serna / Madrid

Visita de Evo Morales
Bastante desafortunadas han sido las visitas del ministro Miguel Ángel Moratinos a países gobernados por dictadores como Muammar al-Gaddafi o Teodoro Obiang, al que invitó también a España e, incluso, animó a que firmase en el libro de honor de nuestro Parlamento –una histórica afrenta que fue rechazada por el resto de diputados–.Pero, por si fuese poco, ha reprochado a Evo Morales que tantas elecciones en Bolivia terminan creando cierta inestabilidad en el país. La respuesta de Morales ha sido contundente: "Es verdad que ahora hay elecciones tras elecciones; antes sólo había golpe tras golpe". Sólo una apreciación: ¡qué corte!
Julio Lozano Ramos / Sevilla

Instinto asesino
Ahora, el militar acusado de matar a Carlos Palomino dice que actuó "por instinto", confirmando su comportamiento abusivo y traicionero.Además nos insulta al declararse patriota porque "le gusta que gane la selección española", pretendiendo que creamos que es apolítico. Sin duda, declaraciones como estas sólo puede hacerlas un cobarde que no reconoce la responsabilidad de sus actos.
Alberto Becerra / Madrid

De símbolos y martirios

Durante estos días, he oído a pulidos biempensantes que esos símbolos del puño en alto y La Internacional habían matado a mucha gente a lo largo de la historia de la humanidad. Imagino que se olvidan de las cruzadas, de la Inquisición, del nacionalcatolicismo o de Ratzinger hablando sobre los homosexuales y seropositivos, ¿no?
Óscar Cámara / Zaragoza

La riqueza de un país
¿En qué deberíamos medir la riqueza de un país? Hace cinco años la medíamos –y menudos tiempos aquellos– en el falso crecimiento del PIB gracias a hipotecar poco a poco nuestro futuro. ¿Podría ser entonces que intentásemos medir el estado económico de nuestro país con un instrumento equivocado, como si usásemos un termómetro para medir la presión sanguínea, pero no pudiésemos controlar aquello que no podemos medir? Lo que quiero explicar con esta cuestión es que no todo tiene que ser dinero, porque hemos visto que este tiene vida propia y corrompe el sistema financiero y político. ¿Por qué no se consideran otros factores complementarios como el porcentaje de parados, el reparto de la riqueza, el ahorro energético o la calidad de la educación? Un país que genere mucho dinero pero que empobrezca a la población y destruya el medio ambiente debería ser menos rico –en este nuevo modo que propongo de medir y analizar la verdadera riqueza de un país– que otro que se preocupe por alentar el crecimiento sostenible con la cohesión social y ambiental. Quizás el resultado final fuera el mismo, porque, al final, la codicia sigue estando ahí, pero el objetivo –que es lo que importa– sería otro, y no debemos olvidar que los objetivos dicen mucho de las personas y también de los países.
Emilio Iglesias / Sevilla

Serena
El inesperado ataque de ira exhibido por la menor de las tenistas Williams hace poco honor a su nombre. No cabe duda de que se le cruzaron los cables; bien podía haberle recomendado su hermana mayor que abandonase los nervios en el vestuario y se centrase en el desarrollo del partido serenamente.
Miguel Sánchez / Zaragoza

Rajoy y el transfugismo
Mariano Rajoy se permite diferenciar el caso Benidorm de sus alcaldías con tránsfugas argumentando que ellos tenían mayoría absoluta. Podemos deducir entonces que lo que trata de explicarnos Rajoy es que existen tránsfugas de primera y tránsfugas de segunda para el Partido Popular.Desde luego, este curioso punto de vista es para hacérselo mirar detenidamente.
Josep Robert Reig / Barcelona

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