Cartas de los lectores

22 de septiembre

Navarro precisa que no postula a Almunia
Le escribo en relación con el artículo firmado por Gonzalo López Alba titulado "¡... Y Zapatero, sin dimitir!, publicado en la sección Interiores el pasado domingo 20 de septiembre en el diario Público. Quiero manifestarle mi perplejidad y extrañeza por su afirmación de que aproveché la presentación del Comisario europeo Joaquín Almunia, antes de su conferencia en Nueva Economía Fórum, para reivindicar en vano al señor Almunia como un potencial "fantástico presidente del Gobierno". Sin duda, no me debí explicar con la suficiente claridad y lo siento. La referencia a la cualidad de Joaquín Almunia como fantástico presidente del Gobierno la enmarqué en el contexto de las ya lejanas elecciones del año 2000 para afirmar que fue entonces un mal candidato, "aunque hubiese sido" un fantástico presidente, en el pasado perfecto de subjuntivo. A no ser que esté prohibido hoy destacar las cualidades pasadas y presentes de nuestros mejores servidores públicos. Además, al inicio de mi intervención, hice una expresa y clara declaración de principios para presentar a un buen amigo y compañero, en un acto público, con luz, periodistas y taquígrafos, con el firme propósito de que no se malinterpretaran mi presencia y mis palabras, que, estoy convencido, hubieran hecho las delicias de muchos conspiraciones políticas de salón on-line. Sé que estas tienen poco recorrido en un partido y una organización tan cohesionada y fuerte como el PSOE. A esta altura de los días, creo tener la suficiente experiencia política para saber que corresponde únicamente al partido, en este caso al PSOE, la designación democrática de sus futuros candidatos y que para ser presidente hay que ganar unas elecciones. Faltaría más. Para eso he dedicado muchos años de mi vida y de mi tiempo profesional de acuerdo con mis convicciones y mi compromiso como socialista.
Javier Gómez-Navarro / Presidente del Consejo Superior de las Cámaras de Comercio

El lío de Afganistán
Con el intervencionismo de Occidente –en el que se encuentra España–, la radicalidad religiosa de los talibanes cada vez gana más peso: reclutan un mayor número de gente para la órbita musulmana, se aumenta el peso de los fundamentalistas y baja la influencia de los moderados burgueses. Lo cierto es que se trata de dos mundos que están muy alejados de la solidaridad racional, de la dignidad, de la paz y del sentido común, porque, en vez de construir, acabará por destruirlo todo.
Francisco Gargallo / Barcelona

Herederos de Lorca

El comportamiento de los familiares de Lorca ante la Ley de la Memoria Histórica es la gota que colma el vaso de la paciencia. Aunque legalmente puedan vetar todas las acciones para recuperar la propia dignidad del autor es incomprensible que quieran ejercer de propietarios absolutos de quien – según mi punto de vista– puede considerarse patrimonio de la humanidad. ¿No se dan cuenta de que, si su cuerpo no se identifica, pueden considerarlo un desaparecido y no un fusilado? Una duda me persigue: ¿por qué esta negación a que se conozca la verdad?
Pedro Taracena / Madrid

Solidaridad del pueblo
Se conoce de sobra la solidaridad del pueblo español ante cualquier situación que lo requiera, pero, últimamente, la ciudadanía se está mostrando recelosa y crítica ante tanta petición solidaria por parte de los gobernantes. Los de arriba parecen no predicar con el ejemplo, ya que son ellos quienes tienen los mejores sueldos y apenas notarían a final de mes hacer "un pequeño esfuerzo" –tal y como nos piden– . Parece que a ellos no les afectara la realidad actual y, por ello, en nombre de los ciudadanos, me gustaría pedirles una cosa: va siendo hora de que bajen de su nube y se unan al pueblo.
Mª de los Llanos Alfaro / Albacete

Berlusconi, Chávez, etc.
Estoy cansado de escuchar y leer comentarios, especialmente, de Silvio Berlusconi y de Hugo Chávez. Entiendo que no caigan bien por sus acciones y declaraciones –concretamente el primero–, pero, ya está bien. No olvidemos que son elegidos democráticamente por la ciudadanía de su país y, hasta ahora, nadie ha demostrado absolutamente nada que no sea legal. Digo yo que sabrán los ciudadanos lo que votan, ¿no?
Federico José Marín / Badajoz

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