Ciudadanos

Ciercera otoñal

José Antonio Labordeta

Los otoños nunca son buenos para tranquilizar los ánimos. Se vislumbran ya las Navidades y todos intentan calzarse algún tipo de acto para que se acuerden de nosotros:

En la cumbre Iberoamericana- por qué no latinoamericana, aunque a mí me gusta mas la otra- la ciercera la organizaron entre Chávez venezolano- el andaluz también la organizó, en menor escala, con la Rocío Jurado. ¡Es que no se les puede dejar solos!- y Zapatero, en ataque al señorito Aznar y en su defensa.

Para acabarla de arreglar intervino el rey, como si fuese el Presidente de las Cortes, y siguiendo la canción de exaltación del Che se podría escribir: "Y llegó el rey y mandó callar". Poquito, porque el presidente de Nicaragua se apuntó al carro y sacó todas las reivindicaciones que aquel pueblo tiene contra las empresas eléctricas españolas.

Y Zapatero de apagafuegos. Defendiendo a quien lo ha insultado por todo el mundo, con dos cojones: para eso es de León y el otro de no se sabe muy bien de dónde.

La trifulca apagó otras cierceras repletas de victorias y derrotas pero no debemos olvidar la que sucedió en un metro de Madrid, cuando un personaje sacó un cuchillo y asesinó a un chaval de 16 años porque iba a una manifestación antifascista y el facha de turno utilizó su dialéctica habitual: "Puños y pistolas". No nos olvidemos nunca de los versos de Bertold Brecht porque si no pasará lo que dijo Blas de Otero: "Nos llamarán a todos". Y siempre se sabe para qué.

Más Noticias