¿Por qué la prensa local y regional no cuenta las historias de las migrantes?

Patera con migrantes procedentes de Haití. Foto: Guardia Costera de EEUU / CC BY-NC-ND 2.0
Patera con migrantes procedentes de Haití. Foto: Guardia Costera de EEUU / CC BY-NC-ND 2.0

Por Nicolás Ribas (@nicolasribas_)

"Interceptados seis inmigrantes, dos de ellos menores, llegados con una patera a Formentera", "dos migrantes más han sido detenidos en el puerto de Ibiza", "un noveno migrante ha intentado llegar hasta la Península en ferry"... Así hemos informado en estos primeros días de agosto los principales medios de comunicación de Ibiza y Formentera sobre la llegada de una patera a la playa de Es Migjorn, en Formentera.

Cuando los periodistas nos encontramos con una noticia así, algo que ocurre a menudo, normalmente seguimos los siguientes fríos pasos: informamos de lo que ha sucedido, qué, cuándo, dónde y cómo, y contamos el protocolo de actuación, es decir, si hay menores o no (las actuaciones en casos de menores son diferentes que en casos de adultos), cuándo pasarán a disposición judicial (vienen en situación irregular) y, finalmente, damos la noticia de que el juez o jueza ha decretado el ingreso de estas personas en un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) o, en su defecto, en un centro especializado para menores. Y todo lo hacemos, no tengo duda de ello, con la mejor de las intenciones, el máximo rigor y el respeto a los hechos.

No obstante, nunca o casi nunca nos paramos a pensar o a informar sobre quiénes son estas personas, en qué situación se encontraban en sus países de origen, de qué están escapando tan desesperadamente (jugándose la vida y en condiciones de máxima precariedad), cómo ha sido su infancia, quiénes son sus padres, qué oficios tienen, si han estudiado o no, qué idiomas hablan, cómo es la cultura del lugar de dónde vienen... En fin, los detalles que explican la vida de estas personas y que van más allá del fatídico desenlace final que suele haber para ellos: detenidos, encerrados en un CIE y, en el peor de los casos, repatriados de nuevo a sus países de origen, después de haber recorrido una larga travesía en la que han tenido que enfrentar a todo tipo de peligros. Todo con el objetivo de llegar a Europa, aquello que les habían contado que es la tierra de las libertades.

Desde el año 2015, con la llegada de la llamada crisis migratoria y los miles de botes rescatados por las organizaciones humanitarias, la prensa decide poner el foco no solo en los sucesos anteriormente descritos, sino que muchos periodistas ponen nombre y apellidos a los rostros tristes y cansados de aquellos que vienen en busca en un futuro mejor. También ha ocurrido lo contrario: medios de comunicación que hacen suyo parte del discurso de la extrema derecha europea. En estos años, hemos visto caer partidos políticos en el sur de Europa a la misma velocidad con la que habían ascendido. Es el caso del partido neonazi Amanecer Dorado. En Italia, en cambio, la extrema derecha gobierna con una coalición entre el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte, que se siente abiertamente orgullosa de sus políticas racistas.

El caso de Grecia es un ejemplo claro de cómo el periodismo ha ayudado a tumbar el neonazismo. Amanecer Dorado era la tercera fuerza política en el año 2015 y cuatro años después sus dirigentes están fuera del Parlamento heleno, después de que la prensa haya boicoteado constantemente a una formación cuyos dirigentes están acusados de asesinato, amenazas, delitos de odio por ideología y/o raza y pendientes de un posible ingreso en prisión. En Grecia, igual que ocurre en otros lugares de Europa, una gran cantidad de periodistas y revistas independientes, así como un tejido social importante formado por activistas y organizaciones humanitarias, llevan años contando las historias que hay detrás de cada una de las personas que llegaban (y llegan) a sus costas.

Cuento todo esto porque tengo la sensación de que en la prensa local y regional todavía no hemos llegado a esa profundidad y contexto. Contamos que llegan familias con pateras, explicamos los dispositivos policiales que se despliegan, así como el proceso judicial, pero no contamos las historias que hay detrás de estas personas. ¿Es que esas historias son menos interesantes e importantes para los lectores, oyentes y la audiencia de medios locales y regionales? ¿Solo interesan a los lectores, oyentes y espectadores de los medios de carácter nacional?

Probablemente no sea fácil llegar a esas historias, seguramente el principal obstáculo sea la falta de acceso y medios para llegar a la información que nos permita contar esas historias. Pero después de haber estado varios días informando sobre sucesos de este tipo, no puedo quedarme sin compartir una reflexión que nos debería llevar a intentar contar información más amplia y detallada, que nos ayude a comprender la realidad que nos rodea. Para que la información, efectivamente, pueda empoderarnos a todas.