Con negritas

La cumbre de la crisis

Nunca debió de imaginar Miguel Sebastián que sus aquelarres económicos adquirirían la notoriedad del que se celebra hoy. No fue él quien se inventó estas reuniones, pero sí les prestó acomodo alguna vez en la Moncloa mientras campó por allí al frente de la controvertida oficina que Zapatero creó nada más llegar al Gobierno para tenerlo cerca. Aunque carecían de periodicidad fija, proporcionaban munición que luego era incorporada a los informes de coyuntura dirigidos al presidente.

Cuando Sebastián aceptó inmolarse en una desigual pelea contra Alberto Ruiz-Gallardón por la Alcaldía de Madrid y lo sustituyó David Taguas, aquellas asambleas de economistas tuvieron que buscar otros escenarios. Y ha tenido que ser el sucesor del sucesor, Javier Vallés, quien les abra de nuevo las puertas del palacio.

Por qué lo ha hecho no se sabe a ciencia cierta, aunque la versión oficial es que para recabar ideas que ayuden a plantarle cara a la delicada situación por la que atraviesa España. Como si en la Administración no hubiera profesionales con suficiente experiencia.

Los gurús citados hoy, además, poco pueden añadir a lo que han dicho ya por activa y por pasiva, a propósito de la crisis actual o de los problemas estructurales que desde antiguo ralentizan nuestro
desarrollo.

Lo que parece claro, en cualquier caso, es que la mera convocatoria del cónclave contribuye a transmitir la impresión de que el Gobierno no permanece inerte ante la crisis, y eso explica la inusual publicidad que en este caso se le ha dado.

Más Noticias