Con negritas

Blesa coge ventaja en la carrera de Caja Madrid

Si hasta hace nada MIGUEL BLESA tenía todas las de perder en su desesperada lucha para mantenerse al frente de Caja Madrid, hoy las cosas pintan de otra manera. Contra su continuidad conspiraba una rara coincidencia de intereses entre ESPERANZA AGUIRRE y TOMÁS GÓMEZ, deseosos ambos de relevar al presidente. Sin embargo, muy a su pesar, el secretario regional de los socialistas tuvo que desanudar la semana pasada esa alianza. De Moncloa y de Ferraz le llegó un mensaje inequívoco: con la que está cayendo sobre el sistema financiero, no parece que sea el momento más adecuado para enredar en la segunda caja de ahorros de España.

Al perder de la noche a la mañana a un aliado imprescindible, Aguirre no pudo evitar la celebración ayer de la asamblea de Caja Madrid, punto de partida del proceso que debe culminar en la primavera del año próximo con la elección de presidente. La Comunidad pretendía condicionar ese proceso promulgando una ley ad hoc, que el consejero de Economía, ANTONIO BETETA, presentó el jueves en la reunión semanal del gobierno autónomo. Pero el repliegue de los socialistas desaconsejaba seguir adelante con ese empeño, ya que Aguirre no tiene ninguna otra complicidad en su asalto a Caja Madrid.

No sólo los sindicatos son partidarios de que Blesa continúe en el cargo. También lo es una facción del PP, alineada circunstancialmente con ALBERTO RUIZ-GALLARDÓN, que no está dispuesto a que su compañera y rival política se adueñe sin más de ese importante resorte de poder económico. Gracias a ello, la mayoría del consejo de administración de Caja Madrid había cerrado filas hasta ahora detrás de su presidente ante cada uno de los movimientos de la Comunidad para moverle la silla. El alejamiento de Tomás Gómez de la primera línea de batalla, empujado por las circunstancias, garantiza que Blesa, al menos de momento, seguirá contando con un suficiente respaldo interno.

Distinto es que tenga fácil la reelección, que requiere que previamente alguno de los estamentos  representados en Caja Madrid lo incluya en su lista. El candidato natural es el Ayuntamiento, pero eso supondría un encontronazo de tal envergadura entre Aguirre y Ruiz-Gallardón que probablemente la dirección nacional del PP no tendría más remedio que intervenir, en vez de dejar hacer como hasta ahora. 

Una postura distante

Siguiendo su inveterada costumbre, MARIANO RAJOY ha permitido que la presidenta de la Comunidad y el alcalde se desgasten en la lucha por el control de Caja Madrid, mientras que él se mantenía ladinamente al margen. La estrategia de don Tancredo, tan del gusto del líder del PP, sólo ha servido para que una y otro crean que cuentan con su aval para hacer lo que les venga en gana, como si ésta fuera una más de las habituales disputas entre ambos.  

La ruptura con el pasado

Blesa, a fin de cuentas, no es un hombre de Rajoy. Quien lo aupó al puesto que ocupa desde hace doce años fue JOSÉ MARÍA AZNAR, con quien comparte una estrecha amistad desde su juventud. Para Rajoy, por tanto, Blesa es parte de una etapa anterior, de la que lleva tiempo intentado soltar amarras. El presidente de Caja Madrid, además, no siempre ha sido sensible a las conveniencias políticas de sus valedores. De ahí precisamente el interés de Aguirre por poner en su lugar a alguien más permeable. 

El salvador más insospechado

La lucha que tiene por escenario Caja Madrid alumbra una curiosa paradoja. A Blesa, al final, puede haberle salvado el cuello la persona menos esperada, una que nada que tuvo que ver en su nombramiento y que, por supuesto, está en otra longitud de onda: JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO. Todo apunta a que la intervención del presidente del Gobierno para que los socialistas madrileños no favorecieran la estrategia de Aguirre ha sido decisiva. Y ese favor se lo debe Blesa.

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