Con negritas

Repsol y la pista francesa de Rubalcaba

En medio de la creciente confusión que rodea el posible cambio en la propiedad de Repsol, se ha oído la voz de ALFREDO PÉREZ RUBALCABA, poco pródiga en asuntos relacionados con la economía. En una entrevista radiofónica, el ministro del Interior admitió que Lukoil no es su candidato predilecto para convertirse en accionista de referencia de la principal petrolera española. ¿Acaso preferiría que fuese Total la que comprara la participación de Sacyr?, le preguntaron. "Pues igual sí", respondió, "pero habría que verlo".

Rubalcaba alimentó así, pretendiéndolo o no, las conjeturas de los últimos días que apuntan al gigante energético francés como posible caballero blanco de una operación cada vez más enmarañada. También les dio pábulo horas después el propio presidente de Repsol, con ocasión del breve encuentro que mantuvo con un grupo de periodistas so pretexto de felicitarles la Navidad por adelantado. ANTONIO BRUFAU ya no dijo aquello de que su compañía seguirá siendo "privada, independiente y española", sino "privada, independiente y comprometida con su proyecto". Que no es lo mismo.

Brufau se mostró una aparente displicencia con respecto a los rusos, al proclamar que si alguien pretende controlar Repsol "tendrá que lanzar una opa". Eso es una obviedad, habida cuenta que los estatutos limitan al 10% el ejercicio de los derechos políticos cualquiera que sea la participación accionarial. Revocar ese blindaje en junta general exige a su vez una mayoría del 75% de total de los votos, que sólo se puede obtener mediante el lanzamiento de una oferta pública de compra extensible al conjunto del capital.

Todo apunta a que eso excede las actuales posibilidades de Lukoil, que no anda sobrada de liquidez, ni parece en condiciones de obtener mucho dinero de los bancos debido a su bajísima calificación crediticia. A precio de mercado, Repsol vale más de 18.000 millones de euros, cifra a la que se añadiría la prima que sus mayores accionistas (Sacyr, La Caixa, Pemex, Axa, Caixa Catalunya, Mutua Madrileña...) pidieran para ceder el control. Hasta ahora se ha hablado de una prima del 100% para que LUIS DEL RIVERO pudiera salirse sin pérdidas, y eso duplicaría el coste.

El papel secundario de Lukoil

La actual situación del sistema financiero dificulta extraordinariamente la búsqueda de los recursos necesarios para sufragar una operación de ese volumen. De ahí que, a tenor de lo dicho por Brufau, a Lukoil no le quede más alternativa que aceptar con resignación, al menos de momento, un papel secundario en Repsol o irse con la música a otra parte. Salvo, claro está, que consiga dinero fuera de los mercados, aprovechando su condición de empresa vinculada al Estado ruso.

Qué hacer con Cepsa

La opción de Total, que no disgusta a algunos miembros del Gobierno, tiene sin embargo algunas contraindicaciones evidentes. La empresa gala ya está presente en el sector energético español, donde controla Cepsa, de la que posee un 49%. Si además se hiciera con Repsol, quedarían bajo su órbita más de 5.000 de las 7.500 gasolineras y 9 de las 10 refinerías que hay en España, situación insostenible desde el punto de vista de la competencia, salvo que Total hiciera algunas desinversiones.

Botín, siempre en medio

Curiosamente, el socio de los franceses en Cepsa es el Santander, que algo tendría que decir ante una supuesta reordenación de la presencia de Total en España. EMILIO BOTÍN también está directamente interesado en el resultado final de las negociaciones en torno a Repsol, ya que su banco es uno de los que financiaron la entrada de Sacyr Vallehermoso en la petrolera, como hizo con otras constructoras que confiaron en la energía para reducir su dependencia del ladrillo.

 

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