Con negritas

La nueva encrucijada de Repsol

Pase lo que pase en el consejo del miércoles, llevará tiempo restañar las heridas abiertas en Repsol con motivo del debate sobre el dividendo correspondiente a este año. Puede prosperar el recorte propuesto por su presidente, ANTONIO BRUFAU, en atención a la fuerte caída de los beneficios. Puede que el principal accionista, Sacyr, se salga finalmente con la suya y convenza a los demás para repartir al menos el mismo dividendo de 2008. O puede que opten por una vía intermedia que les permita salvar la cara después de la escandalera mediática que se ha montado con el asunto. Pero parece claro que unos y otros  se han dejado demasiados pelos en la gatera como para pasar página alegremente.

Brufau ha visto cuestionada su gestión por el simple hecho de plantear la conveniencia de que los socios de Repsol se aprieten el cinturón ahora que vienen mal dadas. A LUIS DEL RIVERO, presidente de Sacyr, le han acusado de anteponer sus propios intereses a los de la petrolera, como si éstos últimos no fueran suyos también. Y de ISIDRE FAINE se ha dicho que mantiene una actitud ambigua con el solo propósito de pescar en río tan revuelto alguna ventaja para la Caixa.

Los tres van a encontrarse de nuevo en el consejo del miércoles, en el que con bastante probabilidad volverán a abordar la espinosa cuestión del dividendo. En el anterior, celebrado en octubre, ya lo hicieron informalmente y eso bastó para alimentar la refriega que en las últimas semanas se ha desarrollado ante los ojos de la opinión pública. Todos se juegan mucho en el envite: Brufau, su autonomía; Del Rivero, su capacidad de influencia en una compañía en la que Sacyr es quien se juega más dinero, y Fainé, la creación del clima propicio para desprenderse de una inversión que quiere vender desde hace tiempo. Sólo un acuerdo puede evitar que salgan perdiendo los tres.

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