Con negritas

Los Del Pino ganan tiempo para vender aeropuertos

Ferrovial ha logrado sacudirse, siquiera sea temporalmente, la presión de las autoridades británicas para que se desprenda, antes de 2012, del aeropuerto de Stansted, en Londres, y de uno de los dos que tiene en Escocia: el de Edimburgo o el de Glasgow. Su filial BAA, que adquirió hace tres años por 14.700 millones de euros junto con la Caisse de Dépôt et Placement du Québec y el fondo soberano de Singapur, probablemente acabe deshaciéndose de ellos, pero sólo cuando le convenga.

La Comisión de la Competencia estaba empeñada –y continúa estándolo– en desmembrar BAA para terminar con una situación casi monopolística, pues sus instalaciones absorben, en según qué zonas del país, hasta el 90% del tráfico aéreo. Ese organismo, sin embargo, cometió una grave imprudencia al permitir que entre los encargados de preparar el dictamen estuviese PETER MOIZER, accionista del aeropuerto de Manchester y con evidentes intereses en el caso.

Basándose en su incompatibilidad, los abogados del grupo controlado por la familia DEL PINO recurrieron a los tribunales, que el pasado mes de diciembre le dieron la razón en primera instancia y ahora han vuelto a dársela en la fase de apelación. Como consecuencia de ello, la Comisión de la Competencia tendrá que empezar otra vez la investigación sobre BAA –obviamente, prescindiendo de Moizer–, salvo que antes prefiera agotar sus escasas posibilidades de que la Justicia se desdiga.

En cualquier caso, Ferrovial gana margen de maniobra con esto y puede plantearse las desinversiones sin los actuales agobios de tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que la situación económica general y la de la aviación comercial en particular no son las más propicias. BAA, para apaciguar a las autoridades británicas, tuvo que poner a la venta deprisa y corriendo el aeropuerto de Gatwick, el segundo mayor del país, por el que transitan cada año alrededor de 35 millones de pasajeros. La operación se cerró con unas minusvalías superiores a los 140 millones de euros.

A la fuerza

La venta de Gatwitck, por las especiales circunstancias en las que se produjo, no fue un plato de buen gusto para Ferrovial, que no consiguió ni de lejos lo que pedía por esa infraestructura: 2.500 millones de euros. Finalmente, se vio obligada a aceptar una oferta de 1.657 millones procedente del fondo de inversión propietario del London City Airport, que acudió a la puja apoyado por Crédit Suisse y General Electric. Citigroup, que en principio también estaba interesada, a la postre prefirió quedarse fuera.

Desandar el camino
Especialmente duro fue para íÑIGO MEIRÁS, consejero delegado de Ferrovial desde la última junta general de accionistas y que había sido uno de los artífices del desarrollo del negocio aeroportuario del grupo. Se da la circunstancia de que, en el proceso de venta de Gatwick, al otro lado de la mesa estuvo en algún momento su antecesor como hombre de confianza de Ferrovial en BAA, JUAN BéJAR, responsable de la división de infraestructuras de Citigroup.

Un gran experto
Béjar, que participó activamente en la compra de BAA, conocía a la perfección el valor de ese aeropuerto y, al comprobar el precio que le pusieron los Del Pino, decidió no dar batalla. Béjar, desde Citigroup, pilotó la compra de Itínere a Sacyr por 7.900 millones de euros en diciembre de 2008. Ahora es presidente de Globalvía, perteneciente a FCC
y Caja Madrid.

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