Con negritas

Paso atrás en una reestructuración necesaria

La decisión de Caixa Girona de saltar en pleno vuelo de la prevista fusión con Caixa Manlleu, Caixa Sabadell y Caixa Terrassa ha desestabilizado gravemente el proyecto, para disgusto de las otras tres entidades implicadas, de la Generalitat y del Banco de España. El Plan de Integración que Caixa Girona se ha negado a aprobar deberá ser objeto ahora de una profunda revisión, con riesgo cierto de llegar tarde a las ayudas del FROB, vigentes sólo hasta junio. La primera versión del plan costó seis meses de duro trabajo e intensas negociaciones entre todas las partes implicadas, cuyos resultados en buena medida irán al desván después de lo que ha ocurrido.

Caixa Girona tenía un interés perfectamente descriptible por esta operación y, de hecho, fue la última en sumarse, a principios de septiembre, mientras que Manlleu, Sabadell y Terrassa llevaban tiempo hablando. Antes, había rechazado una fusión natural con Caixa Catalunya y Caixa Tarragona, que también están en manos de las diputaciones, pero que poseen un tamaño superior y, por lo tanto, podían acabar devorándola.

El propósito de Caixa Girona es continuar su camino en solitario, aunque parece poco probable que la Generalitat y el Banco de España vayan a darle facilidades. El proceso de concentración de las cajas evoluciona con una lentitud alarmante y cualquier paso atrás puede ser la señal que otras entidades esperaban para mantenerse al margen de él o incluso desengancharse.

Esa lentitud obedece, de un lado, al rechazo que las fusiones interregionales despiertan en algunos gobiernos autonómicos, como es el caso de Galicia o la Comunitat Valenciana. Pero también tiene que ver con las reticencias de los administradores de las cajas, que en muchos casos están orillando la racionalidad económica para no perder la indudable cuota de poder que les proporcionan. De ahí que algunos hayan optado por la fórmula del SIP (sociedad conjunta para compartir riesgos), que a esos efectos es bastante más indolora.

Capitalización

Lo que se encuentra fuera de toda duda es que las cajas de ahorro, en general, van a tener crecientes necesidades de capitalización, sobre todo si se cumplen los negros augurios formulados últimamente. El presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Javier Gómez Navarro, alertó hace unos días de que al menos 100.000 de los 350.000 millones prestados por el sistema financiero a los promotores inmobiliarios no serán recuperados.

Cuotas participativas
De una parte nada desdeñable de esa deuda son acreedoras las cajas de ahorro y, más tarde o más temprano, tendrán que echar mano de recursos propios para reforzar su solvencia. Se explica así que tanto las entidades como el propio Banco de España reclamen con insistencia una nueva regulación de las cuotas participativas (acciones sin derechos políticos), que aumente su atractivo para los inversores, sin abrir por ello el camino hacia la privatización.

‘Rating’ a la baja
Si el sector no entra decididamente en la senda de la reestructuración, es probable que pronto aparezcan serios indicios de que las cosas pueden ponerse todavía más feas. Ayer mismo, sin ir más lejos, la agencia de calificación crediticia Moody’s advirtió públicamente de un eventual debilitamiento de los rating de la banca española en el caso de que el ajuste y las recomendables inyecciones de capital no tengan la prontitud y el alcance necesarios.

Más Noticias