Con negritas

Habitat, asediada por dentro y por fuera

Se acerca inexorable el 31 de enero, fecha que Habitat y los bancos que hace sólo un año costearon la compra de Ferrovial Inmobiliaria han fijado como tope para llegar a un acuerdo que evite la suspensión de pagos. Los más optimistas confían en que las negociaciones avancen deprisa y no sea necesario agotar ese plazo; pero hay también quien barrunta que finalmente no van a prosperar y todo acabará yéndose al traste.

Desde que le vio las orejas al lobo, cuando sus acreedores se negaron en redondo a aceptar la restructuración de la deuda, BRUNO FIGUERAS no ha dejado de tener gestos de buena voluntad hacia ellos. El último ha sido la venta de tres activos en Barcelona: el complejo de oficinas D38, todavía en proyecto, situado junto a la Fira; la antigua sede de Torraspapel en la Gran Vía, y un inmueble del nuevo distrito tecnológico promovido por el Ayuntamiento en Poblenou.

Los 100 millones de euros que, en números redondos, ha obtenido de las tres operaciones representan una cantidad muy pequeña, comparada con los 1.745 millones que Habitat debe. Sin embargo, ya se sabe que un grano no hace granero pero ayuda al compañero, y ese dinero le vendrá de perillas para atender los pagos más acuciantes; sobre todo, el de los 295 millones que vencieron a finales de diciembre y que los bancos, muy a su pesar, accedieron a demorar por algún tiempo.

Si el frente financiero se presenta incierto porque la clave de bóveda de su plan (la conversión de parte de la deuda en créditos participativos) fue acogida con frialdad, las cosas no están mejor para Figueras en el interior de la empresa. La paz societaria se rompió en cuanto saltaron las primeras alarmas sobre la delicada situación de Habitat y, aunque los accionistas no han llegado a las manos, sí han llevado ya sus discrepancias a los juzgados.

Los minoritarios presentaron la semana pasada una demanda contra los acuerdos de la junta del 27 de diciembre, en la que fueron apeados sin contemplaciones del consejo de administración después de que pusieran en tela de juicio la gestión de Figueras, que, junto con los SUÑOL, sigue teniendo la sartén por el mango. Pese a ello, el presidente de Habitat no debería subestimar al grupo de socios que pretende subírsele a las barbas, pues es gente poderosa y bien relacionada, que hará cuanto pueda por salirse con la cuya.

DOLORES ORTEGA, sobrina del dueño de Inditex, JOSÉ ANTONIO CASTRO (Hesperia), ISAK ANDIK (Mango), LEOPOLDO RODÉS (Mediaplaning) y el abogado EMILIO CUATRECASES no son precisamente unos desharrapados. Y haría bien Figueras en andarse con mucho ojo, no sea que a la postre la baraja se rompa por donde menos espera.

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