Salud en positivo

Hay que reorganizar la salud a nivel mundial

Organizar mundialmente la salud.
Verónica Montón Alegre. Artista interdisciplinar.

Que organizar la salud en el mundo debe ser un lío monumental no se le escapa a nadie. Pero que nos parezca un lio o no, ahora ya no importa, simplemente es necesario. Lo que pasa en la otra parte del mundo, las políticas y decisiones de cada país para el control de la pandemia nos afectan directamente. Los confinamientos o restricciones a la movilidad exterior por parte de los demás países nos influyen en tiempo real pues o modifica el riesgo de tener brotes por importación de casos y también de avanzar en la recuperación económica. Miramos con precaución la procedencia de turistas y viajeros, que son nuestro pan de cada día, entre aliviados y preocupados porque un brote nos devuelva a la casilla de salida y eche por tierra los esfuerzos que llevamos meses haciendo.

Es evidente que cada Estado carece de herramientas para hacerlo por sí mismo. Yo abro, tu cierras, yo pongo cuarentena, tú la quitas...Miramos entonces a los organismos multilaterales que podrían arbitrar este lío, poner orden en todo esto, o al menos intentarlo sentando a todos a la mesa, ¿y?

Ahí tenemos a la Organización Mundial de la Salud, a la OMS. Una organización integrada por 194 estados y, en origen, financiada por aportaciones proporcionales de cada uno de ellos. En la actualidad la OMS cuenta con 7.000 profesionales, aproximadamente los mismos que trabajan en un hospital español de los de tamaño grande. Eso, para todo el Mundo.

En la actualidad, las dificultades de la Organización para financiar sus acciones de mejora de la salud, se ha dado entrada al capital privado tanto de fundaciones filantrópicas como de empresas del sector sanitario.

A las presiones habituales de los estados miembros por tener más o menos influencia en las decisiones, se suma la sombra de la duda del conflicto de interés gracias a la financiación procedente de la industria farmacéutica.

El gobierno de una organización así es complejo. Cuando parecería imprescindible unir fuerzas ante este riesgo global parece inexplicable que el estado que más fondos aporta al sistema decida abandonarlo. En el momento de más necesidad de acción conjunta, aislarse es un riesgo para uno mismo y para los demás.

Opciones de futuro

Podemos seguir el ejemplo, desapuntarnos todos e irnos a casa, levantando un muro muy alto con una puerta y con un señor con un termómetro en la puerta, y sálvese quien pueda. El último que la cierre, si puede. Opción dos, dejar todo como está y quejarnos mucho y muy alto del desgobierno y de los conflictos y de lo malos que son los malos cuando no hacen de malos. Tercero, y ya verán cómo es la buena, creernos que somos un país relevante en el contexto internacional en salud, que podemos aportar conocimiento y recursos a estas organizaciones y que además podemos activar ese debate entre nuestros socios comunitarios y regionales. Es decir, implicarnos en hacer algo positivo.

Claro, eso cuesta pasta y trabajo. Sin duda. Pero comparado con la pasta que nos está costando no tener ese gobierno mundial de la salud fuerte, pensar en otra crisis similar, con otro virus como este o peor, es de suicidas. ¿Lo puede hacer España sola?, sin duda no. Pero probablemente esta misma reflexión surja en otros contextos y el trabajo es buscar sinergias y socios para apuntalar un gobierno internacional de la salud. Un gobierno menos dependiente de la iniciativa y financiación privada, que pueda además tomar partido en el acceso a las vacunas y tratamientos de manera universal que debemos poner en marcha. Para problemas globales, necesitamos herramientas de gobierno global.

Firma del Post:

  • Rafael Sotoca. Médico de familia y activista sanitario. Fue director general de asistencia sanitaria de la Comunidad Valenciana.

Forman el Foro Ágora Salud:

  • Carmen Montón es embajadora observadora permanente ante la Organización de los Estados Americanos y ha sido Ministra de Sanidad, consumo y bienestar social y Consellera de Sanidad.
  • Ricardo Campos. Médico Oftalmólogo. Ha sido Secretario General del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y subsecretario autonómico de sanidad.
  • Rafael Sotoca. Médico de familia y activista sanitario. Fue director general de asistencia sanitaria de la Comunidad Valenciana.
  • Begoña Frades García. Psiquiatra y jefa del área de salud mental del Hospital Pare Jofre. Ha sido coordinadora autonómica de salud mental.
  • José Antonio López Cócera es enfermero especialista en salud mental y miembro de la comisión nacional de la especialidad.
  • Isabel González. Médica radióloga. Fue jefa de servicio y profesora asociada de radiología en la Universidad Miguel Hernández de Elche así como Directora Gral. de la Alta Inspección y gerente de los departamentos de salud de San Juan de Alicante y La Ribera (Alzira).
  • Enrique Ortega. Médico especialista en enfermedades infecciosas y jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas, Emergentes e Importadas. Ha sido profesor asociado de de medicina de la Universidad de Valencia y Director Gerente del Departamento de Salud Hospital General de Valencia.
  • Antonia García Valls. Asesora coordinadora en la Vicepresidencia Cuarta, Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Ha sido diputada en el congreso de los diputados.
  • Pere Herrera de Pablo. Médico de familia y médico SAMU. Ha ejercido como director del Servicio Emergencias Sanitarias de la Comunitat Valenciana.
  • Roser Falip Barangué. Doctora en Medicina y especialista en medicina de familia y en análisis clínicos. Ha sido gerente del departamento de salud de Alcoy.
  • Juan Domene. Médico Inspector en el servicio de calidad asistencial y seguridad del paciente. Ha sido gerente del departamento de salud Arnau de Vilanova-Lliria.

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