Salud en positivo

Quiebra de confianza

Ricardo Campos

Médico oftalmólogo

Quiebra de confianza
Ilustración de Verónica Montón

Hace unos días, la lectura del tuit de un colega, médico de familia, me dejó preocupado. Por la foto de su perfil en Twitter, me lo imagino de mediana edad, con ese aspecto de no ser muy mayor, pero sí lo suficiente como para contar con sobrada experiencia en este arte, que no oficio, de la Medicina. Dice textualmente: "Dan ganas de colgar la bata y dejar la medicina". Refiere en su tuit que en lo que va de mañana ya lleva 20 bajas en tres horas, es decir, dedica excesivo tiempo haciendo papeles y sin poder ejercer la medicina que no olvidemos que consiste en ver a los pacientes en las mejores condiciones.

Y el comentario para rematar el tuit fue: "Y los responsables de esta situación en sus despachos fumándose un puro". Es descorazonador escuchar esto de un profesional de la medicina, pero no es un hecho aislado, ya que dentro de la profesión sanitaria es un clamor el estado lamentable en que se encuentra la Sanidad Pública y, sobre todo, la Atención Primaria. No todos los miembros del colectivo sanitario se atreven a quejarse públicamente, pero sí que lo hacen en privado, en su entorno más cercano (familia, amigos, etc.), y son tan numerosas las quejas que no hacen falta las redes sociales para que la sociedad en su conjunto sepa lo que está ocurriendo.

La sociedad y, sobre todo la comunidad sanitaria, lleva años escuchando que hay que reformar y reforzar la Atención Primaria que, salvo casos de emergencia, debe ser la única puerta por la que se debe acceder al sistema público de salud. Pero, de momento, sigue deteriorándose. Y es aquí cuando da auténtica pena que no se haya aprovechado la pandemia de la covid-19 como una auténtica oportunidad para realizar esas tareas de reforma y refuerzo. Pero no como se ha hecho, reforzando de forma coyuntural el número de profesionales que, en cuanto se atisba una bajada del número de contagios, se prescinde de sus servicio y volvemos a la situación de precariedad anterior, manifiestamente insuficiente como se aprecia, lamentablemente, en esta sexta ola de la pandemia de la covid-19.

La situación está generando que muchos ciudadanos y ciudadanas escuchen los cantos de sirena de la sanidad privada y se echen en sus brazos, con lo que el deterioro de lo público seguirá imparable, corriendo el riesgo de convertirse en una prestación caritativa. Esperemos que no se llegue al extremo de EEUU, donde un tratamiento oncológico, que en España pagamos solidariamente entre todos mediante la sanidad pública, puede llegar a costar el equivalente a 500.000 euros, o más, y eso no hay bolsillo que lo aguante excepto los seguros privados más caros fuera del alcance de la mayoría de personas. ¿Tendremos que llegar a ello para que la población sea consciente y defienda en las urnas ese tesoro que tenemos en España que es una sanidad universal, pública y gratuita?

Algo hay que hacer. No podemos seguir con ese deterioro, parejo al de la Atención Primaria, de las relaciones del médico con los enfermos. Los profesionales sanitarios hemos pasado de ser los héroes de la pandemia a los villanos de la misma y estoy en condiciones de asegurar que no somos los culpables. El personal sanitario está quemado, física y mentalmente, y de seguir así se puede llegar a un colapso del sistema y de su credibilidad. No sólo están molestos con la situación los pacientes de covid-19, sino todos los que padecen patologías crónicas, superiores en número, y que no pueden acceder al seguimiento de sus patologías y a renovar sus tratamientos, al extremo de que en la Comunitat Valenciana se han prolongado de forma automática los tratamientos que finalizaban en febrero por la imposibilidad física de su evaluación y seguimiento. Eso no puede ser.

En breves días se celebrarán nuevas elecciones para renovar la Presidencia y la Junta del Colegio de Médicos de Valencia (en plena pandemia) y el lema de una de las dos candidaturas es "Me gusta ser médico". Me parece a mí que a este paso el lema se convertirá en "Me gustaba ser médico". Esperemos no llegar a ese extremo.

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