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¿Soy yo o es la gente? / Antonio Orejudo

Estoy en el extranjero, pero todo está lleno de españoles. Los reconozco porque van dando voces por todas partes, sobre todo en el autobús. Y porque llevan una española al lado. ¿Qué cómo sé que es española? Por las mechas. Y porque hay un aire de ordinariez que nos distingue, un tufillo de nuevos ricos, de paso, paso, que soy español. Esta falta de educación nos hará con el tiempo universales.

'Organic', 'fresh'

Hay un café en Oxford, muy cerca de la estación de autobuses. Parecido al Starbucks, pero de otra cadena. Ya sabes, muy progre, muy enrollado, muy guay. Parece un café de izquierdas, pero no lo es. Pienso en las semejanzas de este café con el gobierno de Zapatero mientras me tomo un té en tacita de porcelana. El establecimiento tiene tres palabras mágicas, tres palabras tótem, escritas por todas partes: ‘organic’, ‘fresh’ y ‘fair trade’. Como las palabras ‘igualdad’ y ‘mujer’ en boca de nuestros ministros y ministras. Toda la comida que venden es ‘organic’ y ‘fresh’. Como si la comida pudiera ser ‘metalic’. Como si hubiera alguien fuera buscando comida caducada. Pero dicen ‘organic’ y ‘fresh’ para decir que la comida que ellos venden procede de la Madre Naturaleza, sin intermediarios. Aunque los emparedados estén manufacturados y precintados, empaquetados en una fábrica de embutidos por mano de obra barata y pakistaní. Para que los clientes que me rodean disfruten del té han de estar seguros de que al ingerirlo no están siendo agresivos con su cuerpo y por lo tanto con la naturaleza.

‘Fair trade’

El té y el azuquitar son ‘fair trade’, es decir, han sido obtenidos mediante comercio justo. Lo pone en el sobrecito, quién va a dudar de ello. Se trata de que los jóvenes europeos y los socialdemócratas que me rodean puedan tomarse un té con buena conciencia ecológica y política. Con su placer están ayudando a los negritos del África Tropical. Así el té sabe mucho mejor. Lo que me sorprende con este bombardeo de lo ‘organic’ es que todavía haya gente que entra en el McDonalds. El otro día entré a hacer pis y me fijé en el tipo de gente que estaba pecando, comiéndose una hamburguesa. Infieles. Es decir: pobres.

'Moraleja'

Todo esto de lo ‘organic’ y lo ‘fresh’ es una nueva marca de consumo de niños ricos. Una pijería. Y lo del fair trade es como la caridad del 0,7%: un gesto inútil para mantener tu conciencia tranquila y para que los pobres no se enfaden demasiado, no vayan a prender fuego al mundo. Un gesto conservador, que contribuye a evitar que todo salte por los aires, y podamos irnos, como todos los años, de vacaciones.

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