Punto de Fisión

González-Pons va al cine

Para descansar de su tremenda responsabilidad como vicesecretario general de Estudios y Programas, Esteban González-Pons se metió en un cine y no se le ocurrió otra cosa que ir a ver La noche más oscura. Pensaba que era un documental sobre San Juan de la Cruz pero en seguida se dio cuenta de que en realidad se trata de una película sobre el asesinato de Bin Laden. Como en la pantalla no aparecían menciones a los atentados de Madrid, y sí a los de Nueva York, Londres y Bali, inmediatamente González-Pons empezó a mosquearse. Estuvo bien atento durante todo el metraje para ver si salía alguna txapela o al menos un aizkolari partiendo troncos en un descampado en Kabul. Vale, tampoco, pero lo que estaba claro es que la película confirmaba sus peores sospechas. Kathryn Bigelow, que se había documentado codo con codo con la CIA, tampoco decía que el 11 M no fuese obra de ETA.

Hay que tener en cuenta que la labor de González-Pons es de las más duras que puedan imaginarse: ni siquiera el cartero de Génova tiene tanto trabajo. Diputado, cabeza de lista en Valencia y visecretario general de Estudios y Programas, háganse cargo. De estudios mejor no hablamos, pero en cuanto a los programas, González-Pons hizo la promesa más gorda de todo el programa electoral del PP: tres millones y medio de puestos de trabajo. Este hombre se pasa el día entero pensando, eso en cuanto deja de contar cómo la realidad va divergiendo minuto a minuto y parado a parado con sus más optismistas previsiones. Hace tiempo que las calculadoras se le quedaron cortas y ya tiene que recurrir a los dedos.

Sobre la autoría del 11 M (aparte de la investigación oficial, una sentencia en firme y una reivindicación del atentado por parte de Abu Dujanah, posteriormente condenado) la mañana del 12 de marzo, todos los medios de prensa españoles, excepto hojas parroquiales, y casi todos los extranjeros (Le MondeThe New York TimesFinancial TimesThe Washington PostCorriere della Sera) apuntaban a la hipótesis islamista con una más que probable implicación de Al Qaeda. No obstante, González-Pons se fía más de la documentación de la autora de Le llaman Bodhi, una señora que, en su anterior y oscarizada producción, contaba la guerra de Irak a través de las peripecias de un artificiero repleto de adrenalina que desactivaba bombas con el mismo alegre desparpajo con que el Cojo Mantecas desactivaba farolas. Alguien debería advertirle a González-Pons que tenga mucho ojo cuando vaya a ver Malditos bastardos, que a Hitler no lo mataron en un cine en París, por mucho que diga Tarantino.

 

 

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