Punto de Fisión

Rato rima con Pilatos

Rato se presentó ante la comisión del Parlament probablemente porque no tenía nada mejor qué hacer. Se le veía aburrido, abúlico, inexpresivo, más inexpresivo aún de lo que en él es habitual, que en su caso roza con la autopsia. Para el caso bien podía haber enviado un maniquí Rato, un Rato de terracota o un muñeco hinchable, que es lo que pusieron al frente del FMI y luego de Bankia, vistos los resultados y las responsabilidades. "Me siento responsable desde que me nombraron" dijo, y lo mismo podía haber dicho: "Me siento estupendamente desde que nací y no vean qué bien duermo por las noches". En todas las catástrofes, en todos los naufragios, al frente de cualquier Titanic, nunca falta un almirante Rato, un capitán Schettino, un experto mundial que no tiene la menor idea de nada, un mandamás de ésos que luego no manda un carajo y que sólo está allí para llevárselo crudo y salir a remo mientras el barco hace aguas. En Aterriza como puedas ya había una escena premonitoria que explicaba el funcionamiento de la economía a gran escala: aquella en la que inflan un comandante que hace de piloto automático y que, cuando se va deshinchando, la azafata tiene que agacharse entre sus piernas a ver si logra reanimarlo a base de mamadas.

A Rato, en efecto, únicamente le faltó que le trajeran una palangana para lavarse las manos al estilo Poncio Pilatos, sólo que este hombre ya viene impoluto de fábrica: le da igual caerse en la atarjea del FMI o en el pozo de mierda de Bankia, que él sigue a lo suyo, patinando con las manos a la espalda, oliendo a gloria bendita como si acabara de ducharse con colonia. Investigado por fraude y malversación de fondos, la revista económica Bloomberg le nombró quinto peor jefe ejecutivo de 2012 -menuda cosecha de Rioja debió ser- y para recompensarle esta trayectoria de vértigo le han dado el puesto de consejero asesor para Latinoamérica y Europa de Telefónica. Seguramente buscaron antes al último o al penúltimo torpe de la lista, pero son puestos que andan muy solicitados.

En ningún momento de la comparecencia perdió Rato esa calma glacial que le caracteriza, ni siquiera cuando el diputado de las CUP, David Fernández, amenazó con lanzarle una sandalia. Lo cierto es que tampoco tuvo intención de apartarse, más bien observó la pieza de artesanía con cierta curiosidad, como si nunca hubiera visto una o como si a continuación fuera a tasarla en una subasta. Luego, ante la indiscreta pregunta de Fernández, "¿Usted tiene miedo?", Rato respondió con una indiferencia que preludiaba el bostezo: "¿De quién? ¿De usted?" No era chulería sino hastío. Sobraba la mención a la mafia, no digamos a las familias en la ruina y los pobres ancianos estafados con las preferentes, porque Rato, cuando le bajan a ras de tierra, ni sabe de lo que le hablan. Como el príncipe Gautama cuando le contaban historias de enfermos y de viejos, y en la vida había visto uno. ¿Familias arruinadas? Hombre, y cómo no van a estarlo, si se les ocurría guardar los ahorros en Bankia con lo seguras que son las cajas suizas. Le enseñan a a Rato un pobre y lo coloca al 5% sin intereses.

 

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