Punto de Fisión

Rafael Hernando, el informado

En España nunca falta un taxista capaz de entrenar al Real Madrid, cosa no demasiado difícil ya que en tiempos de Del Bosque, fue Valdano quien sostuvo la audaz metáfora de que el hombre que había dado varios títulos continentales y nacionales al club blanco y que acabaría por guiar a la selección española a la cúspide del fútbol, no era más que un taxista al volante de un Rolls Royce. Desde entonces en el Madrid se dedicaron a hacer casting de entrenadores según les sentaba el traje, sabia decisión que en el Barca nunca agradecerán bastante. Era extraño que desconfiaran de Del Bosque por las pintas, teniendo al frente del organigrama a un presidente que, por muy elegante que se vista, siempre parece llevar en la mano una espátula.

En cualquier caso, los taxistas madrileños, entre semáforo y semáforo, ya se atreven hasta con el tema de la deuda griega y la prima de riesgo, una tontería al lado de las abstrusas complejidades del banquillo blanco. Yo soy más bien de transporte público, pero cuando no me queda otro remedio que tomar un taxi suelo topar con dos clases de conductores: los que escuchan la COPE y los heavys nostálgicos. Me gusta más hablar con los segundos porque compartimos la devoción por Ritchie Blackmore y Jimmy Page, pero debo confesar que los primeros son más divertidos. Una vez paré un taxi a las seis y pico de la mañana y le puse rumbo a Barajas; el hombre, abotargado y medio calvo, parecía recién caído de la cama, pero giró el dial de la emisora con el volumen a tope. En lugar de Stairway to Heaven atronó la voz de Losantos desde el púlpito y fue como si al taxista le inyectaran litro y medio de café en vena. Aceleró Castellana adelante vociferando: "¡Dales caña, Federico!"

Rafael Hernando, el cuñado eterno del PP, es un taxista devoto de la COPE que viste al estilo de Valdano. Como tantos otros devotos de la COPE, tampoco se ha enterado que el entrenador de la manada católica, o sea el Papa, se ha puesto del lado de Alexis Tsipras en este embrollo acojonante de la deuda griega. Donde básicamente hay dos posturas principales al respecto: la de los taxistas ingenuos que defienden a Syriza como si fuese un grupo ya caduco de heavy metal, y la de los taxistas de la COPE partidarios del orden y de la mano dura. "Que paguen, coño. Que paguen lo que deben". No vale de nada indicarles que a Alemania, en su día, se le perdonó una cantidad astronómica para que pudieran rehacerse de la catástrofe mundial que habían provocado, ni tampoco señalarles que buena parte de la deuda griega proviene en realidad de un negocio pésimo entre banqueros.

Además de corregir al Papa, Rafael Hernando no tiene el menor problema en dar lecciones de economía a un premio Nobel en la materia. "No está muy bien informado el señor Krugman", ha sentenciado respecto a la opinión del sudodicho respecto a la "traición grotesca" que, según Krugman, supone la oferta leonina de la Troika. También Zapatero aprendió economía en dos tardes. La cosa daría mucha risa de no ser porque da pánico. La economía en manos de Hernando y sus secuaces es como el Real Madrid en manos de ese albañil que traspasó a Morata sólo para que les eliminara en la Copa de Europa.

 

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