Punto de Fisión

Todo es muy raro

No sé si a ustedes también les pasa, pero a veces tengo la sensación de que la realidad es un experimento o una broma pesada o todo junto. Hay días en que, al leer las noticias en el ordenador, da la sensación de que la pantalla va a expandirse a lo largo, a lo ancho y a lo alto, de que la pared del vecino se va a fundir en una danza de electrones y detrás no va a aparecer el vecino comiendo macarrones, sino el trasfondo de la realidad, la sustancia del más allá, el meollo mismo de la Matrix. Sí, a veces da la sensación de que a Dios o a los programadores se les ha ido un poco la mano y han metido con calzador un detalle que cuestiona toda la lógica de nuestro mundo. Por ejemplo, que un jabalí ha salido del mar en Alicante y ha atacado una señora de Cuenca; por ejemplo, que Isabel Díaz Ayuso quiere censurar libros de texto que no comulguen con su cuerda ideológica; por ejemplo, que Donald Trump haya sido presidente de los Estados Unidos.

Son cosas que parecen sacadas de una película o de una novela fantástica y, sin embargo, las aceptamos porque llevan el sello inconfundible de lo real. Una vez que admitimos que una señora cuyo currículum político consiste en llevar la cuenta de Twitter de un perro arrase en unas elecciones autonómicas sin más programa político que un anuncio de cerveza y los ladridos del perro, entonces hay que tragar con todo lo demás: las residencias de ancianos diezmadas, la sanidad pública despedazada, Torquemada como modelo educativo y la chorrada diaria elevada al rango de oráculo délfico.

Cuando fui a Cracovia, hacia el 2005, a entrevistar a uno de los grandes maestros de la ciencia-ficción, Stanislaw Lem, le comenté la dificultad de los escritores de entonces para adivinar lo que podía deparar el futuro. Me respondió que en parte había abandonado la novela por eso, porque no había manera de competir con un mundo donde el islamismo radical había regresado de la Edad Media para quedarse o donde un médico alemán, Gunther von Hagens, se ponía a hacer exposiciones con cadáveres plastificados. Parecían pasajes al azar sacados de los Diarios estelares o de Vacío perfecto, pero qué va, bastaba con abrir un periódico.

En los últimos años, algunos científicos manejan la hipótesis de que la humanidad, el planeta y el universo entero no sean más que una ilusión computerizada, que quizá estemos viviendo en una simulación informática gigantesca, un tópico de la ciencia-ficción que se remonta a La vida es sueño, de Calderón, y mucho más atrás, al mito de la caverna platónica y al Bhagavad Gita. Después de muchas paranoias, Philip K. Dick vio un día un colgante en forma de pez -el antiguo símbolo del cristianismo- en el cuello de una encargada de la farmacia y se le ocurrió la espantosa hipótesis de que en realidad aún estábamos en el año 70 d. C., bajo dominio del imperio romano, y que no éramos más que cristianos ocultos en las catacumbas. A saber qué hubiera pensado Dick de un mundo donde, en los preámbulos del tercer milenio, un enorme porcentaje de la población mundial ha vuelto a creer que la Tierra es plana.

Da un poco de miedo pensarlo, pero cada vez abundan más las repeticiones y los déjà vu, esos lapsus de memoria que vienen a señalar un fallo de la Matrix, un boquete en el tejido de la realidad. La noche del sábado, en medio de los debates sobre el control de las armas de fuego en Estados Unidos después de una masacre en un colegio, hubo un tiroteo en Filadelfia con el saldo de tres muertos y once heridos. Otro lapsus tremendo fue el de Rodolfo Hernández, el polémico candidato de ultraderecha en las elecciones colombianas, investigado por corrupción y machista recalcitrante, quien hace unos cuantos años se confesaba "admirador del gran pensador alemán Adolf Hitler". Después dijo que se había equivocado, que él quería decir "Einstein".

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