Punto de Fisión

Feijóo y sus inventos

Feijóo y sus inventos
Alberto Núñez Feijóo interviene durante el XIV congreso del Partido Popular catalán, a 23 de julio de 2022, en Barcelona.- Kike Rincón / EP

Cuando Joaquín Reyes preparaba el especial "Zanguangos" dedicado a Alberto Núñez Feijóo, muchos pensamos que ni siquiera le haría falta careta. Le iban a sobrar el forro y los pegotes de látex con que el equipo de maquillaje caracteriza al personaje, pero quizá le faltarían los chascarrillos con los que suele niquelarlos. Feijóo parecía demasiado soso, demasiado serio y educado para compararse con las demás caricaturas de políticos que Joaquín Reyes había satirizado anteriormente. Creo recordar que no sacó ni una alusión a su peculiar amistad con Marcial Dorado, aquel narcotraficante con el que se fue de viaje tantas veces que ya era como de la familia: ese novio del que uno no se acuerda o ese cuñado del que no quiere acordarse.

En el poco tiempo que lleva al frente del PP, Feijóo ha decidido dejar a Joaquín Reyes en el paro y hacerse cargo personalmente de su propia parodia. Por lo general, el electorado de derechas necesita un referente cómico con el que amenizar los malos ratos y aplaudir el eterno proyecto de la salvación de España. Fraga no llegó a presidente, aunque tampoco le hacía falta: ya lo había sido casi todo en los estertores de la dictadura franquista y no había necesidad de traducirle ni al castellano ni al gallego. Sin vocalizar mucho más, Aznar triunfó gracias a que bordaba el papel de muñeco de ventrílocuo abandonado en una silla: empezó siendo el muñeco favorito de Fraga, siguió dando la réplica a Felipe González -mire usté-, y hasta llegó a hacer una gira por Estados Unidos en el regazo de George W. Bush.

A Jose Mari lo sucedió Mariano, la tercera opción en su cuaderno azul, indudablemente la mejor si uno tiene en cuenta cuáles eran las otras dos. Con Mariano las risas alcanzaron un punto límite prácticamente irrepetible, con carreras matinales a cámara lenta, monólogos absurdos y listas de grandes éxitos que desbancaron a los chistes de Arévalo en los puestos de venta de las gasolineras. Ante el despliegue verbal de "un plato es un plato", "el suyo beneficio político" y "los catalanes hacen cosas", Casado no tenía mucho que hacer, así que prefirió dedicarse a los disfraces, emulando a Mortadelo en una desenfrenada carrera por copar todos los oficios disponibles: cocinero, ganadero, científico, bibliotecario, agricultor y estudiante. Cuando intentó probarse el disfraz de pocero, intentando limpiar la mierda de su partido, ya no hizo tanta gracia y lo despacharon de una patada al cajón de los juguetes rotos.

Con semejantes antecedentes, no había mucha confianza en que Feijóo subiera a recoger el micrófono en Génova sin cosechar otra cosa que que abucheos y bostezos. Su pinta de sacristán en vacaciones, de funcionario correcto y respetuoso, no auguraba nada bueno para un público entusiasmado con una señora que hace humor negro con las residencias de ancianos, los centros de urgencias cerrados a cal y canto y las becas de dinero público destinadas a que las familias con piscina y jardinero puedan comprarle al niño otro poni.

Estaba claro que Feijóo tenía que apostar fuerte desde el primer minuto y si sus primeras comparecencias recordaban a Chiquito de la Calzada y las siguientes evocaban más bien a Antonio Ozores, ahora parece haber encontrado su modelo definitivo en Eugenio, aquel genial humorista catalán que no movía ni una ceja mientras contaba un chiste detrás de otro. Inmóvil, casi escultórico, Feijóo va perfeccionando su repertorio de embustes y memeces sin un gesto de más y sin que le tiemblen ni las gafas.

Ha dicho que el nuevo impuesto a la banca no lo tiene ningún país europeo, cuando en realidad hay impuestos parecidos en Francia, Bélgica, Portugal, Austria, Grecia y Hungría. Ha apostado una vez más por el turismo en vez de por la investigación, puesto que todo el mundo sabe que el turismo es un gran invento. Ha pronosticado que habrá riadas de europeos a quienes les saldrá más a cuenta venir a España en lugar de quedarse en su casa. Para concluir el homenaje a Eugenio, ha hecho una indescifrable referencia a Cataluña en la que asegura que "todos los españoles somos catalanes con independencia de donde vivamos, igual que los catalanes son gallegos y andaluces, vivan donde vivan". De castellanos, leoneses, canarios, murcianos, asturianos, mallorquines, vascos y extremeños, de momento, no ha dicho nada, pero seguro que lo está pensando. Joaquín Reyes debe de estar hecho polvo.

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