Punto de Fisión

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El expresidente del PP, Pablo Casado, en una fotografía de diciembre de 2021. EUROPA PRESS/Eduardo Parra
El expresidente del PP, Pablo Casado, en una fotografía de diciembre de 2021. EUROPA PRESS/Eduardo Parra

Según la cronología de Terminator, falta más o un menos un lustro para que Skynet (la Inteligencia Artificial que lidera la guerra de las máquinas contra la humanidad) envíe a Arnold Schwarzenegger a 1984 para que liquide a la madre de John Connor y así evitar que Connor nazca y organice la resistencia de los seres humanos. Salvo el viaje en el tiempo, que sigue siendo una quimera imposible, tampoco estamos tan lejos de los avances tecnológicos mostrados en la película y, en algunos casos, quizá se nos haya ido un poco la mano. No hay más que ver el teléfono móvil que tengo al lado, que no sé por qué lo llaman móvil cuando lo único que no hace es moverse.

Es asombroso que estos avances tecnológicos sean contemporáneos de una contrarreforma intelectual como no se había visto en siglos, una oleada de incredulidad científica promovida por una recua de gente que parece sacada de una cochiquera medieval. De hecho, entre los terraplanistas, los antivacunas, los escépticos del calentamiento global, los partidarios del Diseño Inteligente, los fanáticos religiosos y los cuñados en general, parece que nos encontramos a las puertas de una nueva Edad Media. Lo malo es que en el siglo XIII al menos tenían la excusa de que no había electricidad, ni microscopios, ni telescopios, ni siquiera agua corriente.

Esta mezcolanza entre modernidad y analfabetismo es una de las señales distintivas de nuestra época. Por eso no es de extrañar que uno de los principales inversores en un fondo de capital de riesgo para invertir en Inteligencia Artificial aplicada a uso militar y empresas de seguridad sea Pablo Casado, un tipo que, en su última campaña en las elecciones de Castilla y León se disfrazó de pastor, de agricultor, de panadero, de ganadero y de asador de chuletones con el fuego apagado. Entre los disfraces con que nos amenizó aquellos días, destacaba el de Casado científico, con bata blanca y microscopio, un atuendo a juego con su máster de la señorita Pepis por la Universidad de Aravaca. Tampoco debemos olvidar que Casado dinamitó su carrera política cuando decidió denunciar la repugnante corruptela del hermano de Ayuso, momento apocalíptico en el que únicamente le faltó ponerse una boina para bordar su pase de modelos rurales con el disfraz de tonto de pueblo.

Del mismo modo, cabe preguntarse si la Inteligencia Artificial no se estará también pasando de rosca. Por ejemplo, los jefes militares israelíes están muy satisfechos con el desempeño de estas nuevas herramientas tecnológicas en la Franja de Gaza, ya que les permiten seleccionar a la perfección los objetivos y blancos de sus ataques. Gracias a un sistema llamado, con no poca ironía, El Evangelio, llevan más de 25.000 víctimas palestinas en unos meses, un genocidio en el que se calcula que 8 de cada 10 muertos son mujeres y niños: un método de selección similar al de Herodes durante la Matanza de los Inocentes. Con un poco de suerte, puede que hasta hayan matado once o doce terroristas de Hamás entre tanta masacre.

Después de varias secuelas, James Cameron y sus sucesores ya nos advirtieron que Skynet no es tan inteligente como nos temíamos: de otro modo las máquinas ya nos habrían dado la puntilla desde la primera película. Hyperion Funds (el fondo de capital de riesgo capitaneado por Casado, el sobrino de Ana Botín y José Antonio Bartrina, director de Argos Defensa) no puede vincularse a la construcción de armamento, pero cuenta con un ex secretario general de la OTAN y una ex ministra de Defensa entre sus asesores. Si le colocan la cara de Pablo Casado al primer Robocop que presenten al público, va a ser un éxito.

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