Del consejo editorial

Homosexualidad y fuerzas armadas

ÓSCAR CELADOR

Profesor de Derecho Eclesiástico
del Estado y de Libertades Públicas

La victoria de Obama sobre McCain en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2008 se debió en gran medida a la capacidad de Obama para defender con coherencia el programa electoral demócrata, que prestó una atención especial a los problemas de las clases sociales más desfavorecidas y a las demandas históricas de algunas minorías. De ahí que no fuera casual que los debates electorales dedicasen más atención a las posiciones y propuestas de los candidatos en terrenos espinosos, que suelen dividir claramente a la opinión pública, como el aborto o los derechos de los homosexuales.
Una de las promesas que los demócratas incorporaron a su programa electoral fue la derogación de la legislación federal que prohíbe a los homosexuales prestar sus servicios en las fuerzas armadas. A priori, el cumplimiento de esta promesa electoral parecía sencillo, especialmente porque una jueza federal ha declarado inconstitucional la legislación mencionada por su carácter discriminatorio. Sin embargo, el proyecto demócrata acaba de ser bloqueado en el Congreso por los senadores del Partido Republicano, alegando que la homosexualidad puede poner en peligro la moral y la disciplina castrense.
La legislación federal ha prohibido históricamente a los homosexuales formar parte de las fuerzas armadas, pero en 1993, durante la Administración Clinton, esta regulación fue modificada levemente de forma que, si bien la homosexualidad continuó siendo una orientación sexual punible, se prohíbe a los soldados homosexuales revelar su orientación sexual y a los superiores preguntar sobre este particular. De esta manera, se intentó satisfacer las demandas de todas las partes, ya que el ejército no puede expulsar a sus integrantes salvo que estos hagan pública su homosexualidad, pero al mismo tiempo se prohíbe a estos declarar sobre su orientación sexual.
La posición del Partido Republicano en este debate es hipócrita, ya que, en su opinión, los homosexuales pueden formar parte del estamento militar y arriesgar su vida para defender su país, pero con la condición de que traicionen sus convicciones personales más íntimas en el terreno de la sexualidad. En otras palabras, para los republicanos los homosexuales sólo pueden ser titulares de derechos y libertades en el contexto militar mientras que la sociedad estadounidense piense que son heterosexuales.

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