Tierra de nadie

Amaiur por fin hace política

La noticia del diálogo de sordos que ayer protagonizó Rajoy con el representante de Amaiur, Iñaki Antigüedad, fue, precisamente esa, que hubo diálogo y que lo seguirá habiendo si la izquierda abertzale cumple su promesa de atornillarse a la mesa hasta el amanecer si fuera necesario. "Estamos condenados a vernos y a oírnos", dijo Antigüedad. Poco más podía esperarse de este primer cara a cara que, en realidad, había empezado antes en la respuesta del ya presidente del Gobierno al diputado del PNV Iñaki Erkoreka sobre ETA: "Espero que podamos arreglar definitivamente ese asunto".

La disposición de Amaiur a aceptar el juego democrático y a utilizar ese cauce para reclamar el derecho que se le ha birlado a tener grupo parlamentario es la prueba de que vivimos un tiempo distinto en el que el terrorismo debe ser historia. Ayer le tocaba hablar de su libro, del soberanismo, del "conflicto político" y de los presos, pero ya avanzó su portavoz que buscarían sinergias con el resto de grupos para abordar la crisis económica o el modelo productivo. Están en Madrid, o así se entendió, para hacer política y eso es lo mejor que podía escucharse.

Es obvio, como recordó Rajoy, que la sociedad no debe nada a la izquierda abertzale y que las víctimas de ETA han de ser resarcidas moralmente, pero sería poco inteligente no aprovechar la actual situación para acompasar los "pasos insuficientes" pero reales de ese mundo y hacer posible la disolución de la banda. Ello tendría que implicar, más temprano que tarde, un cambio en la política penitenciaria, que hizo de la dispersión de los presos etarras un arma más de la lucha antiterrorista, y que carecerá de sentido si se consolida el cese de la violencia. Acercar a estos internos a cárceles próximas al País Vasco es también cumplir la ley.

Es natural la desconfianza en Amaiur, pero su concurso es imprescindible para evitar pasos atrás. Sus diputados se abstuvieron en la investidura, según explicaron, para no participar en la elección de un presidente español. Podían haberse ausentado y no lo hicieron. Quizás ya estén atornillados a la mesa.

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