Tierra de nadie

Una crisis digna de Gila

Lo que ocurre en la UE no tiene una explicación fácil, o para decirlo claramente es incomprensible. El BCE se ha liado la manta a la cabeza, ha roto el cerdito de barro y ha repartido cerca de medio billón de euros entre la banca europea, algo parecido a darle una coca-cola a un sediento: se la beberá de un trago y al rato tendrá más sed. La barra libre de refrescos elude las bancarrotas, que en el caso de los bancos se han prohibido por decreto, pero ni asegura que el crédito se recupere ni resuelve el problema de la deuda soberana, agravado por la estulticia de las propias autoridades europeas.

De hecho, bien pudiera ocurrir que no resolviera nada. Teóricamente, los bancos han recibido la pasta con una mano y la soltarán con la otra para cubrir sus propias deudas. El sobrante debería ir a su propio negocio -que antes de la crisis consistía en prestar a familias y empresas y que ahora evita hacerlo aun en defensa propia- y a la compra de deuda pública, un negocio redondo ya que lo que se obtiene al 1% se coloca al 5%.

Esto último era así hasta que la Autoridad Bancaria Europea obligó a provisionar por la deuda soberana al tiempo que exigía más capital a las entidades. En definitiva, por si no había ya pocos problemas, convirtió la deuda en un activo tóxico similar al ladrillo, completando un círculo vicioso sin salida. La tenencia de más deuda implica contar con más capital, cuando no hay quien ponga un céntimo en unas entidades que podrían rodar una serie de zombis varias temporadas seguidas.

Pudiendo remediar al menos la crisis de la deuda, ya sea con la emisión de eurobonos o haciendo del BCE el prestamista final de los Estados, se ha decidido no solucionar nada y prolongar la agonía por tiempo indefinido. Entre tanto, si nadie lo remedia, nos disponemos aquí a acometer una nueva restructuración del sistema bancario y a sanearlo con el dinero del contribuyente, que saldrá de emisiones de deuda que a su vez comprarán las entidades a las que se pretende sanear. Como la deuda es tóxica, el saneamiento debería ser permanente. Esta crisis tan terrible es digna de Gila.

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