El desconcierto

El estropicio de un señor de Murcia en el PP

El estropicio de un señor de Murcia en el PP
El secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea, interviene en una rueda de prensa tras participar en una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 14 de octubre de 2021, en Madrid, (España).- Eduardo Parra/EUROPA PRESS

Parece aquella comedia de Miguel Mihura, Ninette y un señor de Murcia. El estropicio que está creando en las filas del Partido Popular el enredo de don Teodoro García Egea, un señor de Murcia, contra la lideresa Isabel Ayuso es  insuperable. Llama la atención de propios, que no salen de su asombro, y de ajenos, que se encuentran con un regalo inesperado para Pedro Sánchez, que sea justo el  mismo secretario general de Pablo Casado quien busque recortar los derechos democráticos de todos los militantes para que la presidenta de la Comunidad de Madrid no sea la presidenta de los populares madrileños. Un opaco señor de Murcia, que solo cuenta en su haber el ser campeón de escupir huesos de aceituna a larga distancia, pretende corregir a la que el pasado 4 de mayo puso de nuevo en pie al Partido Popular.

Las explicaciones pseudopsicológicas, de  meros celos o envidias, son evidentemente insuficientes. Es un claro problema político que remite a la palpable fragilidad de la actual dirección de Génova que observa con preocupación que ni Pablo Casado, ni mucho menos un señor de Murcia, son aceptados como primus inter pares en Valladolid, Sevilla y Santiago, y que, por lo tanto, no son muy optimistas sobre un posible triunfo electoral del PP sobre el PSOE en las urnas de 2023. En la hipótesis de que se confirmasen las peores previsiones la pregunta sería obvia: ¿quién sustituiría al candidato Casado derrotado? En ese escenario, Isabel Ayuso podría jugar un papel estelar. Luego, procede la guadaña de un señor de Murcia.

Es un hecho bastante insólito. Hasta ahora las bases se sublevaban contra las direcciones, como ocurriera cuando Pedro Sánchez desobedeció a todo un Pérez Rubalcaba, pero lo que nunca se había visto es que la dirección se sublevase contra los militantes. Recortar hoy los derechos democráticos, para que mañana en la segunda vuelta de las primarias del PP únicamente voten los propios compromisarios aparateros con el fin de poder recortar las supuestas o reales aspiraciones de Isabel Ayuso. Esta democracia orgánica de un señor de Murcia recuerda bastante a la que protagonizaban aquellos Procuradores en Cortes del general Franco. Que Casado fuera cooptado en 2019 por el mismo método, no mejora el sistema sino que lo empeora.

No cabe mayor torpeza que la de un señor de Murcia a la hora de enfrentarse a los militantes y al millón y medio de electores madrileños que ha votado a Isabel Ayuso. Si cede en su desafío, pierde, y sí gana, se hunde. No se sabe que es peor, si ser derrotado por la cesión o serlo por vencer a una Isabel Ayuso con las manos atadas. En todo caso, sufre el Partido Popular, no solo por la imagen que dan de división sino porque lo hacen únicamente en función de una lucha por el poder político. Con la agravante, además, de que el señor de Murcia trata de instrumentalizar al alcalde Martínez Almeida en este enredo. Lo que faltaba, puesto que una pugna entre la Comunidad y el  Ayuntamiento multiplicaría  el estropicio murciano.

Pero el daño principal les espera en las urnas de 2023. El señor de Murcia difumina el éxito de Ayuso el 4 de mayo en Madrid a la vez que el conclave valenciano de octubre. Justo cuando los sondeos sitúan en primera posición al PP. Solo faltaba ese estado de excepción encubierto en el Partido Popular, contra los militantes propios, como primer anticipo del programa de retroceso de la democracia que preconiza la involución política del PP y Vox en toda España.  Al fin y al cabo, el señor de Murcia se limita a aplicar la teoría expuesta por Vargas Llosa sobre aquellos que votan mal.  Porque, según esta opinión, solo cabe evitar el mal voto a Sánchez si antes se evita en el seno del PP. Tanto es así que ya se habla de una gestora de Casado en Madrid. Todo es posible cuando este secretario general que aspira a ser reconocido como general secretario, como logró Álvarez Cascos, no pasa de ser un sargento secretario. Además patatero.

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