Tentativa de inventario

Un buque llamado libertad

Un buque llamado libertad

Sigo con estupor lo del buque varado. Pienso en lo de la mariposa en Hong Kong y el tornado en Nuevo México. También en los sucesos ínfimos que tienen efectos desastrosos y en la socorrista del ácido clorhídrico. Contemplo el enorme falo marino que dibujó el capitán con su trayectoria antes de sucumbir, veo ahí un mensaje en clave dirigido a sus coleguitas navieros o una rúbrica cipotuda de lo que está por llegar. El infausto final del carguero convierte el garabato previo en un gesto poético, como ese último tirabuzón del acróbata antes de caer (encallado). Pero el caos no atiende a razones, no hay gestos que lo preludien. O quizá sí. Quién sabe. En cualquier caso, predecirlo −ya no digamos tratar de explicarlo− excede con creces los presupuestos intelectivos de esta humilde columna dominical.

El tema es que pienso mucho en el capitán. El capitán del Ever Given. Pienso en la llamada de rigor a su esposa, sentado en la camilla de reconocimiento tras el batacazo, con luz tenue. Le imagino reviviendo los segundos previos a lo imprevisible, la tormenta de arena, el estruendo final. Quizá para distender le pregunte a su señora por las obras en el parterre, las humedades en el desván o por las calificaciones semestrales del muchacho. Quizá él le diga a ella te quiero mientras los índices bursátiles caen y sube el precio del crudo, a sabiendas de que el 12% del comercio global quedó obturado y de que él, marino de vocación, reina ahora en solitario un extraño limbo, amo y señor de un buque que ansía su liberación y que, entretanto, genera el desorden en los mercados.

Imagino a nuestro capitán paseando errabundo por entre los contenedores, convertido en improvisado amo de llaves del turbocapitalismo, con el sonido de la retroexcavadora de fondo, enloquecido ya o camino de, dirimiendo para sus adentros entre caos o libertad. Distinción esta que en la Villa preferimos obviar. No en vano el despelote gabacho alcanza tintes de cierta epicidad, a lo que habrá que sumar este domingo la exigua comitiva del pollastre comandada por el Movimiento Católico Español y la Acción Juvenil Española, que ondeará ufana sus movidas filofascistas sobre un lecho de vomitona gala por las calles de la Villa, celebrando que pasaron. Que tal día como hoy hace 82 años pasaron y ya se quedaron. Y que ahora votan libertad. Bien mirado quizá sea Ayuso nuestra particular capitana, nadie como ella para poner rumbo al caos en pro de la libertad.

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