Principio de incertidumbre

No desahuciarás a las hormigas

salvador-dali-rostro-de-hormigasDice un proverbio japonés que hasta el pensamiento de una hormiga puede alcanzar el cielo. Y hoy el cielo es el Tribunal de Justicia europeo, que en las alturas ha escuchado que la normativa hipotecaria española es abusiva hasta el sonrojo. Y ha reconocido en jerga jurídica, que es el lenguaje bíblico de estos tiempos, que a la banca española se le ha permitido matar hormigas a cañonazos durante décadas. ‘No desahuciarás a las hormigas con impunidad’, debería decir un nuevo mandamiento a partir de ahora.

Las hormigas son bichitos que por atareados son de naturaleza fácilmente persuasible: vote usted esto, vuelva usted mañana, consuma usted tal cosa. Por eso, ya en los orígenes de la especie, fueron convencidas por los espejos de que son pequeñas y, por los poderosos, de que son mudas. Y así han estado siglos; o al menos desde el año 1946, que es de cuando data la Ley Hipotecaria española.

Aprovechándose de tal desventaja evolutiva, esta misma semana oíamos a Mariano Rajoy dispuesto a ejercer de nuevo como presidente de todas las suelas de los zapatos, de portavoz de los intereses de lo que pisa en detrimento de lo aplastado -como hizo también el PSOE-: aseguró que ni habrá dación en pago ni reforma sustancial de la ley, pues eso podía perjudicar la seguridad del sector financiero (cosa que no pasa en el resto de países que sí tienen dación en pago, curiosamente). Y conviene señalar, también, que la histórica sentencia europea se basa en una normativa del año 93, que es lo mismo que decir que los dioses europeos no han parecido muy interesados en su creación desde hace 20 años.

Ahora esta sentencia debería cambiar muchas cosas, hasta el discurso lobbista de Rajoy, que vuelve a quedar en evidencia. Pero ¿qué ha pasado para que el cielo escuche? Que bastó con que unas pocas hormigas descubrieran el engaño. No eran mudas como les dijeron y tampoco eran pequeñas: cuando estaban juntas se salían del espejo.

Así que ésta es la historia de una revolución de artrópodos himenópteros frikis que se sacudieron el miedo y la pereza. Por un lado apareció un anónimo juez hormiga que escaló por cordilleras alienantes de expedientes amontonados para tomarse un tiempo que no tenía en la denuncia de otra hormiga marroquí, idéntica y anónima como otras miles. Por otra parte, aparecieron las manifestaciones del hormiguero ambulante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y de otros ciudadanos, que irrumpía como un superhéroe de arena allá donde se fuera a cometer un atentado bancario (de la banca, claro).

Ahora hay que tener cuidado. Pese a que el Gobierno ha anunciado que cambiará la ley para ajustarse a la sentencia, ya se sabe que dictada la resolución y la ley, dictada la trampa. Y los lobbies tienen baúles negros llenos de ellas, de trampas para leyes que ni siquiera existen todavía.

Pero es una gran victoria. Las hormigas han comenzado a subirse por la suela gigante de la banca, a la que le puede empezar a picar el cuerpo como si viviera una pesadilla daliniana. Así que habrá que seguir sumando voces, continuar practicando la aritmética de las hormigas. Que debería estudiarse en las escuelas, pues ya hemos visto que funciona.

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