Fuego amigo

Feliz Apocalipsis 2009

Estamos a día 2 de Enero de 2009, pero no pienso estropearos la vida deseándoos un feliz y próspero año nuevo. No sé por qué, pero tengo la impresión de que tantos buenos y nobles deseos atraen la mala suerte.

En Estados Unidos hicieron una vez un estudio para comprobar la incidencia de los buenos deseos, de la oración, en la mejora de los enfermos por los que se rezaba. Se supone que para eso está la oración ("orar es levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes", decía mi catecismo de la infancia) y que el oficio de dios implica ser sensible a las peticiones de sus fieles.

Pues bueno, creo recordar que se hicieron tres grupos de enfermos con enfermedades de parecidas características. El primero fue dejado de la mano de dios: nadie rezaba por ellos. Para el segundo y el tercero se pidió a una organización ultra cristiana que pidiera varias veces al día por su salud, pero sólo se le comunicó al grupo tercero que toda una organización con tanta influencia en el más allá estaba orando día y noche por ellos.

¿Resultado? No se observó ninguna diferencia en la evolución del primer y segundo grupo. Dios es muy suyo, o está un poco sordo. Pero en el tercero, válgame el Cielo, se encontró un empeoramiento en la salud de los enfermos. Al parecer, según explicaron los científicos del experimento, los pacientes de este grupo se convirtieron en impacientes, y la ansiedad por obtener los favores divinos provocó un estrés en ellos que acabó agravando su enfermedad.

Más recientemente, hace un par de semanas, se celebró el minuto del orgasmo universal, un orgasmo colectivo que presuntamente debería atraer el amor y la paz sobre el ser humano. Los participantes lo pasaron muy bien, pero a los pocos días asistíamos a la matanza de los inocentes en Gaza. Por no hablar del atentado de ETA contra el edificio que alberga a varios medios de comunicación, el mismo día en que se repetía por todo el planeta el deseo de un feliz y próspero año nuevo, millones y cientos de millones de veces.

Probemos, pues, otra fórmula para este año: que tengáis todos un horrible 2009. A ver si así.

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