Yo no sé cuántos guardaespaldas son necesarios para guardarle las espaldas a un ex presidente. Aunque se trate de uno, como Aznar, que apenas levanta un palmo del suelo. Cuando José Blanco reveló que el hombrecillo insufrible contaba con un plantel de 51 armarios roperos de la policía para preservar su integridad (la física, la otra está en paradero desconocido) una pregunta recorrió España: ¿son muchos o son pocos 51 guardaespaldas?

Ignorantes, que somos unos ignorantes. A simple vista puede parecer que el PP, a falta de otros asuntos, tiene que utilizar como gasolina electoral para llegar a la meta del domingo cualquier nimiedad, por ridícula que parezca. Según FAES, el partido en la sombra de Aznar, el hecho de que José Blanco hiciese público el número de policías que velan el sueño de su presidente ha servido para desvelar la clave de su estrategia defensiva. Y eso, nuevamente, es un error "coloxal". Aunque el sentido común nos susurre que 51 guardaespaldas es una multitud, al parecer es un dato clave para ETA. Ya sabéis, cuando la policía ve una colilla ya sabe que el asesino fuma. En el cuartel general terrorista ya se están frotando las manos: ¡sólo 51! ¡Pero si el emperador está desnudo! ¡Si fuesen 52 estaríamos jodidos, pero 51...!

Aznar está furioso por la revelación de Blanco: "una imprudencia temeraria, nunca cometida antes en la historia de la democracia española". Claro que si de imprudencias hablamos habría que recordarle al insufrible que los atentados de Atocha, de reciente reactivación por el panfleto de Pedro Jota, tienen su origen en su bocaza incontenible y su apoyo, en contra de la mayoría de los españoles, a una guerra ilegítima contra Irak.

Sus maneras de chulo planetario, de patético cowboy, de bufón del hijo tonto de los Bush, se plasmaron en la venganza de los terroristas islamistas. Y contra esos terroristas las víctimas de Atocha no contaron con ningún guardaespaldas.
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Meditación para hoy:

Francisco Franco fue retenido y denunciado por la policía en la estación del AVE de Zaragoza, por agredir a dos azafatas, tirarlas al suelo, y golpear a una vigilante de origen sudamericano, a la que también derribó al suelo e increpó con insultos racistas. Francisco Franco Martínez Bordiú, es el nieto del dictador, y podríamos definirlo como un facha de origen genético. Una agresión así, con el agravante de insultos de contenido racista, es suficiente para que reciba un buen susto por parte de un juez. No es mucho, diréis que soy un romántico, pero después de 34 años, ver sentado en el banquillo de los acusados a un tal Francisco Franco tiene un algo de justicia histórica.