Fuego amigo

El amor ha entrado en campaña

La lealtad, aunque es una manifestación más del amor, no basta en los momentos cruciales de las relaciones humanas. A veces el otro nos pide más insistentemente. La lealtad podríamos definirla como la parte profesional del amor, la institucionalización del cariño. A donde no llega el amor, llega la lealtad. Dicho de otra manera, la lealtad es la disculpa para no tener que seguir comiéndonos los mocos los unos a los otros.

Por eso la religión católica se inventó el primer mandamiento de su dios ("amar y adorar a Dios sobre todas las cosas") para hacer coincidir la lealtad con el amor, conceptos que no siempre caminan juntos. Porque, sólo mediante amenazas, sus leales pueden amar la crueldad infinita de ese dios.

Los imputados del Partido Popular, muy entrenados desde sus iglesias e internados en amores imposibles, en estos momentos de tribulación quieren más. Algo más que lealtades. Quieren amor. Necesitan cariño desesperadamente. Algo que deberíamos saludar con ilusión, pues por fin el amor ha entrado en campaña.

Ya venían demandando desde hace tiempo más pasión, según supimos por las grabaciones telefónicas a Camps. "Amiguito del alma (...) te quiero un huevo". Nada de "querido amigo (...) sabes que puedes contar conmigo". Eso está bien para la literatura oficial de los tiempos de bonanza. Pero en tiempos de pasión, en un mitin por ejemplo, hay que desnudar por lo menos el alma, y como Rajoy, amar al compañero por delante o por detrás, lo que sea menester para la causa.

Claro que cuando ayer le preguntaban a Fabra, el multi imputado presidente de la Diputación de Castellón, si se sentía apoyado por Rajoy, tomaba ciertas precauciones: "¿Qué quiere que me diga? ¿Fabra, te quiero?" Como diciendo: a Mariano y a mí nos basta con mirarnos a los ojos para saber de nuestro amor.

¡Qué bonita campaña electoral, y qué coloxal! La fuerza del cariño.
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Meditación para hoy:

He visto el debate electoral en TVE 1. No se puede decir que haya sido apasionante, pero por fin se habló de Europa y de España en Europa... excepto Luis de Grandes, del PP, que sigue pensando que Zapatero se presenta de candidato. Estuvo penoso, torpe, rancio, triste, fúnebre. No sabe ni leer sus notas. ¡Qué representación española en Europa, Mayor Oreja y Luis de Grandes! Hasta la desmesura la tienen pintada en sus nombres. Seguro que en Bruselas andarán con la coña todo el día: ¿es que los españoles no tenían nada mayor ni más grande que presentar?

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