Fuego amigo

Los pliegues de nuestra bandera

Cuando Su Grosería el señor Rajoy ninguneó a Su Señoría la ministra de Economía en el debate de los Presupuestos, nos quedamos con la duda de saber si lo hacía porque Elena Salgado es "sólo" ministra (lo que, según él, rebajaría el nivel del debate) o por ser mujer (me refiero a ella). O por ambas razones. O, quizá, porque el verbo de Mariano es como esas olas amenazantes que pierden fuerza en la mansedumbre de la playa. Reconozco que no me gustaría discutir con Zapatero, porque la buena educación nos desarma, mientras que la grosería y la afrenta suelen espolear el ingenio.

Pero Su Grosería es voluble como pluma al viento, y hay días que no le pone nada hablar con el manso Zapatero. Por ejemplo, para el supuesto pacto sobre la Educación, en el que el PP ya tiene decidido lo que hay que aprobar por consenso, o de lo contrario "nos vamos", Mariano prefiere de interlocutor al ministro Gabilondo. Quizá porque considera que el presidente del gobierno no tiene la suficiente categoría como para negociar con un presidente del PP.

Tampoco me gustaría ser Gabilondo, porque hablar precisamente de educación con Su Grosería es como planificar la extinción de un incendio forestal con el pirómano. O, aún peor: es como sentarse a discutir con el etarra Josu Ternera en aquella insultante comisión vasca de Derechos Humanos. Vamos, una burla.

El machismo que habita en políticos de derechas de toda la vida como Rajoy, alcanza el aspecto de caricatura en los militares encargados de vigilar sus rancias esencias. Ayer mismo, el que fue Comandante Militar de Zaragoza, felizmente retirado y sin tanques para maniobrar, escribía una carta al diario YA.es, en la que rogaba a la ministra de Defensa, su jefa, que no le diera el tratamiento de "compañero" porque duda de que haya "besado los pliegues de nuestra Bandera".

Luego se quejará de la cuchufleta de que es más difícil civilizar a un militar que militarizar a una cabra como la de la Legión. Por ejemplo.

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