Fuego amigo

A mi madre ni me la mientes

El derecho distingue claramente entre injuria y calumnia. Por ejemplo, suponiendo que usted fuese hijo de lo que hoy llamamos de manera eufemística "trabajadora del sexo", si yo le llamara a usted hijo de puta, epíteto elegante donde los haya después de haberlo empleado la lideresa Aguirre, yo acabaría teniendo problemas con la justicia, porque aunque no debiera considerarse una calumnia (no podría negar que su madre trabaja en lo que trabaja) sí se consideraría una injuria.

Así es en la vida de verdad, la de aquí abajo, pero en la vida virtual de la política los personajes del videojuego se pegan patadas, se disparan, se acuchillan, se ponen bombas incendiarias, se llaman hideputas, se injurian y calumnian sin que ello tenga el menor efecto sobre la vida real en la que habitamos el resto de los mortales. Terminado el juego, se bajan del limbo y descienden al plano de los ciudadanos que les dan de comer para inaugurar, pongamos por caso, una exposición o un tramo de carretera o un hospital. Y santas pascuas.

Es como si en esa estética de videojuego la elección por votación popular conllevara implícito en el cargo la licencia para insultar, calumniar e imputar delitos a los oponentes políticos, sin que ello acarree responsabilidades penales inmediatas.

Por el hecho de referirme abruptamente a la honorable forma en que la madre de usted se gana la vida podría caerme todo el peso de la ley enfurecida. En cambio, el eurodiputado Mayor Oreja, o la senadora Cospedal, personajes de ese limbo del videojuego político, pueden calumniar (imputar falsamente un delito, sin pruebas) e injuriar (ultrajar de palabra) a ministros, jueces, policías y fiscales sin que ello conlleve consecuencias procesales. Viven en la tercera fase donde las leyes físicas y de las otras funcionan con otros tempos.

A Rubalcaba, por ejemplo, sólo le han acusado de un delito de fabricación de pruebas falsas. Vamos, una tontería. Verán cómo Rubalcaba no piensa acudir a los tribunales hasta que le llamen hijoputa.

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Meditación para hoy:

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) la tasa de ahorro de los hogares españoles alcanzó casi el 25% de su renta disponible en el cuarto trimestre de 2009, su nivel más alto desde que se elabora la serie histórica.

Además, la confianza de los consumidores subió en marzo 1,6 puntos, gracias a que mejoró su percepción sobre la evolución de la economía y del empleo.

En realidad lo que está midiendo el INE es un estado de ánimo de la población en general, extraordinariamente sensible a las predicciones y rumores. Lábil, como mi tensión. Lo que quiere decir que por un lado estaríamos dispuestos a gastarnos más, y reactivar así el consumo gracias a la subida de la confianza en el futuro; y por otro, ahorramos como locos por si estamos equivocados.

El PP conoce nuestro dilema y centra su estrategia en seguir metiendo miedo: ya que no lo consigue del todo con nosotros lo intenta en los mercados internacionales para que disminuya nuestro crédito como país. Es lo que tiene el amor desmedido a la patria, que se pasan de frenada.

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