Fuego amigo

Una campaña en imágenes

Como la política también está sujeta al principio de que más vale una imagen que mil palabras, haciendo oídos sordos a la fórmula mágica de Julio Anguita de que son más importantes los programas que las personas, la campaña electoral de Cataluña promete ser pródiga en imágenes.
La del PP comienza sosa, echando mano de ese victimismo alimentado por los grupos radicales adversarios con sus lanzamientos de huevos contra Piqué, con lo gracioso que les había quedado el mensaje infantil del otro día en la presentación de su programa sobre la inmigración, con la foto de Rajoy rodeado de jóvenes inmigrantes de todas las razas y colores (lo de los inmigrantes arropando al PP en un mitin parece una relación contra natura; me recuerda a los obreros haciendo campaña a favor de la derecha, o la vieja "pinza" del partido comunista de Anguita con Aznar, jaleados por el sindicato del crimen periodístico, para echar "como sea" a Felipe González de la Moncloa).
Los de CiU, para demostrar que el seny no está reñido con la alegría, pusieron a sus senectudes a bailar al ritmo de una orquestina. Hay cosas que a determinada altura del cumpleaños no se pueden hacer, porque todo suena a música de los pajaritos en un centro decrépito de la tercera edad. Aunque, a lo mejor, mire usted por donde, la imagen estaba elegida a propósito, como las utilizadas en el video que repartieron este fin de semana para inaugurar la campaña. He visto el video, y no me parece tan grave, no creo que le vaya a hacer tanto daño como dicen... a CiU.
Lo de Carod Rovira sí que roza la genialidad. En un mensaje subliminal sin precedentes, aparece en unos carteles afeitándose (¿para arriba?), cual suele hacer el macho de la especie humana. Sus estrategas de campaña pensaron que había que despegar su imagen de cualquier tufo del demonio, ¿y qué mejor que presentarlo como una persona normal que se afeita todas las mañanas, como mis amigos o como mi vecina del quinto?

La normalidad, en un mundo tan inaprensible y distante como es la política, suele ser un bien que se paga caro. Y una de las imágenes favoritas es la de tomar un niño en brazos y besarlo. Si es pobre, mejor. El otro día vi a Rajoy (están reconstruyéndole una vida pública, después del fiasco de la conspiranoia del 11-M de sus medios de comunicación) con un niño en brazos en una visita a no sé qué barrio madrileño, y al principio me alarmé: pensé que le iba a morder, con una mueca extraña de sonrisa recién sacada del congelador, aunque en seguida me di cuenta de que lo que le preocupaba a Rajoy era que el niño se hubiese hecho caca. En política, la mierda, la justa.
Claro que hacerle la campaña a Montilla, la alegría de la huerta catalana, debería de estar pagado con un plus. Y más si , en lugar de reprimirse ante los periodistas, poco menos que les insulta cuando considera que el tono de algunas entrevistas es poco amable. Ayer vi una fotografía suya paseando por la calle con sus trillizos, y me pareció que los estrategas de su campaña electoral habían perdido una ocasión de oro. No por explotar el manido argumento de que ama a los niños (con Rajoy no funcionó, quedó como un comeniños) sino como un mensaje subliminal de lo mucho que le aprovecha el trabajo. Si con el mismo esfuerzo que los demás en la cama le cunde así, ¿qué virguerías no hará en la presidencia de la Generalitat?
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(Meditación para hoy: El Fiscal General del Estado, Cándido Conde Pumpido, acudió ayer al Senado, reclamado por el grupo Popular, para que explicara unas declaraciones suyas sobre la tregua permanente de ETA. Y dijo alto y claro que a él le interesaban, como a tantos españoles, que no hubiese más muertes provocadas por ETA "aunque a algunos se les note las ganas de que las haya". No lo entiendo, ¿pero es que existe algún partido político capaz de alegrarse de que hubiese más atentados con muerte por parte de ETA?

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