Fuego amigo

La policía de Cancún

Como siempre, llegaban con los minutos contados para tomar el avión. Laura intentó darle el biberón al niño, camino del aeropuerto, pero el taxi se movía convulsivamente en el tiovivo accidentado de la M-30, y la tetina hizo diana dos veces en un ojo del bebé y otra en un oído. Mejor, lo dejo para cuando lleguemos, se dijo. El padre de Laura, un bromista irredento, pero espléndido, le había regalado una botella de Chateau Margaux de la cosecha del 82 a su yerno, para que la abriera en "una cena romántica" al llegar a Cancún.
-Así brindáis los tres; el niño, con el biberón.
Una vez provistos de las tarjetas de embarque, sin tiempo para darse un respiro y quizá intentar que la criatura se tomase de una vez el biberón, los altavoces apremiaron a los pasajeros Laura Fernández y Federico Gutiérrez (¡ellos!) a que se presentaran en la puerta de embarque número 30 para el vuelo número M2002 a Cancún, que estaba a punto de partir.
-Lo siento, señora, pero el biberón tiene una capacidad mayor de 10 decilitros, que es el máximo permitido. Tendrá que vaciarlo. Y usted, señor, no puede transportar en el equipaje de mano una botella de vino, porque excede también la capacidad para transportar líquidos.
-Es que mi hijo no ha comido y no he podido darle el biberón por culpa de los baches de Ruiz Gallardón.
-Muy bien le ha quedado, señora mía, el pareado, pero son las nuevas normas internacionales de seguridad.
-Perdone, agente, pero es que esta botella es de Chateau Margaux...
-...pues tendrá que devolvérsela...
-...es una marca de un vino, señor, y esta cosecha cuesta por lo menos mil euros la botella...
-¿Le puedo dar el biberón a mi hijo antes de embarcar?
-Sí, pero dese prisa, por favor.
-O sea, que si esto no es leche, mi hijo puede explotar por los aires, ¿no?
-No discutas, cariño.¿Sería usted tan amable de conseguirme un sacacorchos?

-Tome, señor, a ver si se arregla con este de la navaja multiusos.
-Gracias, amigo.
-Último aviso para los señores pasajeros Laura Fernández y Federico Gutiérrez. Acudan a la puerta de embarque número 30, por favor.
-¿Un traguito, agente?
-Disculpe, pero estoy de servicio.
-Pues se pierde (hic) un traguito de cien euros, por lo menos (hic).
-¡Qué bien se ha tomado el biberón su hijo... su marido también se está tomando muy bien el vino.
-Es por no hacerle un feo a su suegro. La botella se la habían regalado a mi padre por el día de su jubilación, ya ve. La tenía guardada para una ocasión.
-Siento mucho que haya sido así, pero son las normas, señora.
-No se breogupe (hic), agente, allí en México gombraremos odra.
-El casco de la botella puede tirarlo aquí, señor, si lo desea...
-Bues no, no lo deseo. Me lo llevo a Gangún, para que los polis de allí, gue son muso más amables gue los de aguí, sepan lo brutos gue son usdedes... hacerme beber a morro un Sató Margó del 82.
-Pues claro, cariño, la policía de Cancún tiene fama de ser mucho más amable. Sujétate a mí, mi amor. Así. Mira, el nene se ha quedado dormidito...

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