Fuego amigo

Un partido en la sombra

 

La formación de los gobiernos municipales continúa animando la vida política. Ayer me refería, en esa especie de segunda vuelta electoral impredecible, a cómo cocinan nuestros votos los partidos políticos una vez que los tienen amarrados en su despensa, no siempre poniéndolos a trabajar en el sentido primigenio de nuestra intención de voto. Baste recordar que, en algunos casos sonados en estos días de zozobra, ni las bases locales demuestran estar siempre en sintonía con las direcciones nacionales. Dos visiones para un mismo problema.

 

Pero hay casos en que el rifirrafe no se circunscribe tan solo a los partidos que dan la cara ante sus votantes, impresa, por cierto, en los carteles de propaganda. Hay un partido que nunca da la cara, con un poder inmenso, incardinado en la sociedad gracias a su extensa trama mediática, su enorme riqueza, sus numerosos e incondicionales adeptos en las instituciones clave del Estado. Un partido ultraconservador, sostén ideológico de la derecha, con una maquinaria bien engrasada capaz de movilizar en la calle a millones de personas contra leyes aprobadas en el Parlamento civil y civilizado.

 

Este partido es el que ha suspendido de su ministerio pastoral al cura párroco de A Gudiña (Ourense) por haberse presentado a las elecciones por el PSOE y resultar elegido. Eso, para la Iglesia, para el partido, es doble militancia. Y de la peor, pues supone militar en un partido que defiende el matrimonio homosexual y el aborto.

 

Hace no muchos años el cura podría sentarse con su sotana en aquellas Cortes franquistas en que la Iglesia ejercía un control absoluto sobre nuestras vidas y, en algunos casos, sobre nuestras muertes. Pero hoy no puede ni dar la comunión.

 

Vamos, que no tiene ni media hostia, el pobre.

 

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