05/06/2006

Es tanta la desmesura de las declaraciones de la zaplana mayor del Partido Popular que a los demás nos resulta imposible ponernos a su altura para contestar con parecida contundencia. Vuelvo en estos casos a recordar aquel pensamiento antológico de José Luis Coll : "Lo malo de discutir con los imbéciles es que tienes que ponerte a su altura para que te entiendan; y ahí es donde estás perdido, porque ellos saben hacer el imbécil mucho mejor que tú".
Según Mariano Rajoy, Zapatero "ha preferido aceptar la presión de ETA que tener detrás el respaldo del PP". Esto, que es una evidente necedad, es coreado y magnificado a continuación por Acebes al acusar al Gobierno de haber "entregado las llaves del Estado de Derecho a Batasuna", que es como entregárselas "a los terroristas".

Yo comprendo que la fe mueve montañas. Paso que un legionario de Cristo pueda creer sin pestañear que los niños nacen con un pecado original que un cura le borra echándole agua por su cabecita. Paso con que alguien tan entrenado a creer piense que su dios lo formó de barro, le sopló (en este caso, poco) y le insufló un alma, y que le formó una compañera con una de sus costillas para el sagrado destino de hacerle la cama y la comida y ponerle la lavadora, mientras el legionario va por el mundo salvando a la humanidad. Paso todo eso, ¿pero de verdad cree el legionario que nuestra fe llega a tanto como para pensar que un partido quiere entregarle las llaves a los terroristas? ¿Es necesario que sus mentiras y desmesuras lleven siempre implícito ese desprecio a la inteligencia de los demás?
Sólo cabe una respuesta y debemos asumirlo de una vez: están preparando el escenario para negar definitivamente su apoyo, no ya al gobierno, sino a toda la sociedad que se lo demanda, en la búsqueda de la paz. Y lo van a hacer en castigo a no haberles votado, con la intención añadida de que un partido "sin ideas, sin proyecto", conducido por un bobo solemne, consiga la cesta de votos que trae como premio el silencio definitivo de las armas terroristas. Yo no estoy seguro de que unas futuras negociaciones nos traigan la desaparición de ETA, porque en la organización etarra conviven o malviven muchas sensibilidades, como ya se demostró con la antigua secesión de los polimilis, y porque posiblemente las demandas para esa paz por parte de los terroristas sean inadmisibles para un estado de derecho. Pero si no nos sentamos con ellos, nunca lo sabremos.
Si los populares alcanzan su objetivo de que las negociaciones fracasen antes de comenzar, si como consecuencia de ello volvemos el día de mañana a un escenario de atentados, extorsiones y muerte, habrá unas nuevas víctimas del terrorismo a las que no habrá dios ni legionario en la Tierra que las consuele ni logre explicar por qué inconfesable razón la derecha entorpeció el camino que podría haber conservado con vida a sus seres queridos.