Viven en tal estado de ansiedad que reaccionan ante las buenas noticias como si les clavaran un cuchillo en el corazón. Como en el viejo chiste:
-¡Hola! ¿cómo estás?
-¿Pues anda que tú...!

Y es que al Instituto Nacional de Estadística no se le ha ocurrido otra cosa que venir con la monserga de que la economía española creció el año pasado un 3,8%. Por si fuera poco, el Banco de España, nido de rojos irredentos, como es bien sabido, echa sal a la herida del PP con un comunicado en el que califica de "notable" el crecimiento de la economía española. Y eso, a la derecha no le parece juego limpio. Así no vale: estábamos en un velatorio, en medio de la tristeza colectiva, y tenía que venir el gracioso a contar un chiste.

Claro que siempre hay un roto para un descosido. El inclasificable Arias Cañete decidió, ante las buenas malas noticias, negar la mayor. El INE, según él, podría estar mintiendo, y sus responsables tendrán "que hacer un esfuerzo explicativo" (sic) en los próximos días, pues es evidente que la economía se hunde, como se rompen España y el matrimonio. Ya no se trata de meterse con la madre del árbitro que pitó el penalti, sino con el fulano que cambia los números del marcador.

Los cenizos tienen, pues, a todas sus secciones en pie de guerra. En la sección episcopal, ante la amenaza de denuncia del Concordato por parte del gobierno, el obispo de Pamplona declaraba que no les importa volver a ser pobres, que dios proveerá: "El apoyo -de la Iglesia- es Jesús, no el PSOE", aclaró el obispo a todo su rebaño (está tan mayor, el pobre, que no recuerda que Jesús Caldera, su ministro de Asuntos Sociales, sí es del PSOE... o a lo mejor no sabe que Jesús de Polanco ha muerto).

En la sección del PP de víctimas de Alcaraz y del terrorismo -doblemente víctimas, doblemente vilipendiadas-, quieren destituir también al árbitro, que no es otro que el juez Garzón, el que ha encarcelado a treintaitantos etarras en un solo mes, y lo quieren recusar porque es amigo de ZP. Para el cenizo Alcaraz, treintaitantos etarras encarcelados son una dosis excesiva de buenas malas noticias. Y así no hay quien gane unas elecciones.
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Meditación para hoy: unas 11.000 personas salieron a las calles de Leganés en manifestación de desagravio de los médicos del Severo Ochoa, denunciados y vejados por los fundamentalistas cristianos. Horas después, el presidente Rodríguez Zapatero asistía a la sede de la nunciatura a una cena de confraternización con el nuncio del Vaticano. Manda huevos. Os lo voy a decir de otra manera, a ver si os suena igual: Poco después, el presidente del gobierno de un país laico se rebajaba a acudir a una cena con el embajador de un país ridículo en la sede de su embajada. Habéis leído bien, en la sede de su embajada, porque ahora no son los embajadores los que acuden a Moncloa a dar explicaciones, sino que pueden pedir por teléfono que le traigan a domicilio un presidente, una de patatas, otra de aritos de cebolla y una botella de champagne con dos copas, por favor. El representante de un país de zarzuela (hasta sus habitantes van vestidos de personajes de zarzuela) que permite, si no alienta, el ataque impune de sus talibanes a los miembros de la sociedad civil española, salió a la escalerilla a recibir a nuestro presidente del gobierno como preámbulo a una cena en la que se brindó con el Moet Chandon comprado con nuestro 0,7% del IRPF. La imagen hiriente del mundo al revés, una foto desafortunada, y un insulto a los 11.000 manifestantes de Leganés que con su presencia en la calle hacían valer la primacía de la sociedad civil sobre la receta inmoral del farsante de Roma al que el nuncio representa.