El terremoto de China se ha sentido en puntos 4.000 kilómetros distantes entre sí, según los sismólogos. Aquí, en España, como somos menos y el territorio tiene unas dimensiones mucho más modestas, nos asombran los efectos de los terremotos cuando apenas salvan los kilómetros que separan a Euskadi de Madrid.

El terremoto San Gil, con epicentro en Vizcaya, ha provocado tales daños en la sede del PP nacional, en la madrileña calle de Génova 13 rue del Percebe, que todavía no saben a estas horas si hay que evacuar todo el edificio o sólo a Mariano Rajoy.

Definitivamente al presidente del PP le quieren amargar el viaje al centro todos los abanderados de la crispación de la pasada legislatura, los compañeros de partido y el coro mediático de la derecha, para quienes una nueva política de oposición más serena significaría una desautorización de su estrategia pasada.

María San Gil, fina analista política, la misma que un día dijo que "ETA necesita que Zapatero siga en La Moncloa", no quiere que la nueva estrategia de su partido pase del apocalipsis al diálogo, de la misma manera que Benedicto XVI no podía consentir que sus teólogos le desmontasen el infierno, columna vertebral del argumento supremo del miedo. Si los nacionalismos ya no son el infierno y se puede dialogar con ellos, tal como pretenden sus compañeros de ponencia política, ¿qué ha hecho ella durante estos años predicando las catástrofes que se nos venían encima?

Lo que destapa este terremoto es que el material con que estaban construidas las casas del PP eran de adobe y amenazan ruina. Ignacio Astarloa, Esperanza Aguirre y el presidente del partido en Vizcaya, ya han tomado posiciones contra los hombres de Mariano. Aunque quizá el posicionamiento más significativo sea el de Ana Botella, la representante en la Tierra del hombrecillo insufrible, y esposa del líder en la sombra, quien calificó a San Gil como un "referente moral, político y afectivo" del que no se puede prescindir.

O sea, por exclusión Mariano es un inmoral, sin ideas políticas, y además ya no le tenemos afecto. Pues está jodío mi niño. ¿Llegará vivo al congreso de junio?
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Meditación para hoy:

Una tragedia como la de Birmania, donde la ONU calcula en más de cien mil los muertos, en cientos de miles los heridos, y en millones los desplazados, puso a aquella dictadura en el mapamundi para el resto de los ciudadanos del planeta. Las enfermedades de transmisión por el agua contaminada, como el cólera, amenazan con agravar el sufrimiento de uno de los países más pobres de la tierra, malgobernados por una tiranía militar sangrienta. Impidiendo la entrada de equipos de saneamiento, agua y alimentos pretenden impedir también que la comunidad internacional pueda fisgar en esa inmensa cárcel de tortura en que han convertido Birmania. Estoy de acuerdo con los gobiernos de Alemania y Francia en que va siendo hora de revisar ciertos conceptos del derecho internacional. ¿Podemos seguir manteniendo que debe prevalecer el derecho a la no injerencia en los asuntos internos de los regímenes corruptos sobre el derecho a la justicia de los pueblos oprimidos?