Merienda de medios

Y al sexto día tampoco dimitió

En el PP han dejado de tentarse la ropa respecto a las corruptelas que les atribuyen y han salido en tromba a respaldar a Francisco Camps, porque una cosa es hacer dimitir a sus alcaldes y consejeros para que se defiendan mejor ante la Justicia y otra dar el pasaporte al segundo hombre mejor vestido de Valencia después de Zaplana. A Camps no le tendría que llegar la camisa al cuerpo, pero las suyas están hechas a medida y le entallan divinamente. Por si fuera poco, De la Rúa, el presidente del Tribunal que tendrá que investigarlo, es como un hermano. ¿Quién dijo miedo?

Sabedores de que Camps tiene su corazoncito, los populares han planeado un acto de desagravio en la Plaza de Toros, donde el dilema entre la vida y la muerte se dirime en traje de luces y no de Milano. "Existe una tendencia en su partido a ponerse en manos de la masa cuando alguien les pilla (supuestamente) con las manos en la masa", afirmaba ayer en el diario Levante Martín Pacheco, para quien Camps no tendría disculpa aunque demostrara haber sufragado de su bolsillo el fondo de armario: "Un tipo (de tipología) que se gasta esa pasta gansa en trajes, chaquetas, pantalones (...), camisas, frac y corbatas (¡miles de euros al año!) no tiene bien amueblada la cabeza".

Lo de pagar no es un hecho menor ni para Luis María Anson, acostumbrado a costearse el esmoquin cuando hace de jurado en los concursos de misses o a alquilarlo por horas en Cornejo: "Si Camps no dejó que nadie le pagara los trajes de marras, dispondrá de las facturas que acrediten que fue él quien las abonó. Y asunto concluido. En otro caso, no será fácil que (...) pueda evadirse de la dimisión por desproporcionado que, en principio, pueda parecer lo que ha ocurrido", opinaba en El Imparcial.

Mientras Camps repasa el extracto de la visa, el viceramírez García Abadillo ha descubierto que quien ha tirado de la manta es un espía del CNI que hace de concejal del PP y, posiblemente, de encargado en La Retoucherie de Manuela. La revelación no cambia mucho las cosas para el barón valenciano que, como explicaba Raúl del Pozo en El Mundo, "va hecho un pincel, lo cual no es signo de elegancia sino de facilidad para ser sobornado".

Las dos rayas

"No parece un hombre coqueto", decía ayer Manuel Alcántara en el Diario de León, porque, si lo fuera, "más que la raya del pantalón le preocuparía no poder hacerse la raya del pelo". Tenemos ante nosotros un hombre bien vestido, a quien la alopecia le impide tirarse de los pelos por haber sido pillado en semejante renuncio. Un político sospechoso resiste menos que un paraguas de papel de periódico, pero Camps está hecho de otra pasta. Seis días después de ser imputado se mantiene tan firme como los calzoncillos del Che.

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