Otras miradas

Dahmer: ¿la romantización del asesino?

Anita Botwin

El personaje de Jeffrey Dahmer en la serie 'Monster: The Jeffrey Dahmer Story'. -Netflix
El personaje de Jeffrey Dahmer en la miniserie 'Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer'. -Netflix

Con el estreno de Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer en Netflix ha resurgido la polémica sobre cómo las personas fetichizan el crimen y glorifican a los asesinos en serie. La serie emula la vida de Jeffrey Dahmer, conocido también como el Carnicero de Milwaukee, que entre 1978 y 1991 se cobró la vida de 17 hombres y menores de edad en su mayoría pobres y afroamericanos, asiáticos o latinos.

La serie narra la biografía de Jeffrey Dahmer y las posibles causas que le condicionarían para convertirse en uno de los asesinos más sanguinarios de la historia. Hay algo en esta producción que engancha, que atrapa, y que aunque sea incómoda y dura de ver, necesitas seguirla, quizá para ser capaces de entender, si es que eso es posible, lo que pasa por la mente de alguien como él. Sin embargo, hay que preguntarse también qué le ocurre a nuestras mentes cuando nos sentimos fascinados por la historia de alguien que ha cometido crímenes tan horribles. Posiblemente el morbo, o la incomprensión sobre la maldad de la mente humana nos hace habitar o visitar a veces lugares oscuros e inquietantes.

Y es por eso que la serie puede caer en el error de romantizar en algún momento al asesino ahondando en las razones que le llevaron a delinquir y matar, pero obviando en gran parte cómo afectó a la vida de las víctimas y su gente, eludiendo en gran medida la perspectiva de las mismas, sus ilusiones, sus vidas, sus deseos. Bien es cierto que es interesante desde un punto de vista sociológico explicar el entorno, el origen y los posibles motivos que pudieron condicionar a Dahmer, pero no sé hasta qué punto esa historia es respetuosa con las víctimas, que retraumatizan lo vivido, especialmente al mostrar el ensañamiento con varias de ellas, algunos hasta llegar a rozar o sobrepasar lo gore.

Me enfadó especialmente que en esa recreación del asesino en serie se criminalizara a la madre, responsabilizándola en gran medida por los problemas del joven, al ser una mujer con problemas de salud mental. Este argumento está basado en la biografía escrita por el padre, en la que sugiere que "no fue un embarazo fácil" y asegura que su mujer tomaba hasta 26 pastillas al día, viniendo a decir que ello podría haber afectado a la mente de su hijo. Sin embargo, en la serie desconocemos la versión de ella, qué problemas reales tenía, además de las peleas por un marido ausente y hacerse cargo ella sola de los cuidados. "Intelectualmente sé que he hecho un buen trabajo como madre. Sabía que esto tenía que venir de algo externo a Jeff... seguimos culpando a las madres", dijo Joyce Anette Dahmer, madre de Jeff.

Las familias de las víctimas han manifestado que se encuentran indignadas con la proyección de la serie al no haberlas tenido en cuenta. A través de su cuenta de Twitter, un primo de Errol Lindsey, una de las víctimas, fue tajante al respecto: "No diré a nadie qué tiene que ver. Sé que los programas de true crime tienen mucho éxito en estos momentos. Pero, si de verdad sientes curiosidad por las víctimas, mi familia (los Isbell) estamos cabreados con la serie". Los familiares se han quejado duramente sobre la emisión de la serie, tanto por tener que revivir sus traumas como por ver ficcionadas las historias de sus familiares y amigos. Una de las críticas más comunes pasa por el fetichismo del asesino en la serie, quizá por ser tan explícita en su modus operandi, recreando varios de los asesinatos y agresiones sexuales con una violencia extrema que cuesta ver si tienes un mínimo de sensibilidad.

Incluso el padre de Jeff, Lionel Dahmer, ha afirmado que su casa está rodeada de fans de su hijo y quiere denunciar a Netflix por "romantizar" o "hacer glamour" de los asesinatos del mismo. También el protagonista, Evan Peters, que hace un excelente trabajo, ha pedido que no se romantice al personaje, algo que está lejos de ocurrir a juzgar por la cantidad de vídeos sexys del actor circulando por las redes sociales en los que aparece sin camiseta dando vida al asesino.

De esta comercialización y banalización de los crímenes han formado parte las empresas que han querido sacar tajada vendiendo disfraces que emulan la ropa y el peinado de Dahmer, aunque algunas como eBay han retirado la comercialización de esta indumentaria ya que su política incluye la prohibición de productos que tengan que ver con un carácter violento. Por su parte, Shirley Hughes, una de las familiares de las víctimas, afirmó en una entrevista que le duele que Netflix y todas las tiendas en línea se beneficiaran de la muerte de su hijo, "mientras que ninguna de las familias de las víctimas ha visto un centavo".

La pregunta es si merece la pena recrear una violencia tan extrema, dañando a las familias, pero también a colectivos vulnerables. Bien es cierto que la serie sí se hace eco de la homofobia institucional y el racismo dirigidos a la comunidad por parte de las autoridades y de la policía que desoyeron en múltiples ocasiones las quejas de vecinos del asesino, así como de alguna de las víctimas que pudieron escapar. Sin embargo, se habla poco de la difícil situación de la comunidad donde Dahmer vivió y cometió sus crímenes, así como del SIDA, la pobreza y la exclusión social. Parece que Hollywood ha vuelto a centrarse más en el morbo, en un momento en el que se han normalizado demasiado la violencia y la muerte, dejando de lado las cuestiones más sociales como las demandas del colectivo LGTBIQ+.

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