Otras miradas

Sobre patrias y memoria

María Guijarro

Diputada del PSOE por Bizkaia

Una persona pone una flor en la lápida en memoria del profesor Manuel Broseta con motivo del XXXI aniversario de su asesinato, a 13 de enero de 2023, en Valencia, Comunidad Valenciana (España). Foto: Rober Solsona / Europa Press
Una persona pone una flor en la lápida en memoria del profesor Manuel Broseta con motivo del XXXI aniversario de su asesinato, a 13 de enero de 2023, en Valencia, Comunidad Valenciana (España). Foto: Rober Solsona / Europa Press

Soy de Bizkaia. Soy vasca. Esta condición no me califica como mejor o peor ciudadana. Mi identidad es personal y no gira en función sobre lo que siento respecto a la patria vasca. Tengo claro que no hay una identidad común vasca como los nacionalistas vascos se empeñan en afirmar como tampoco hay una sola identidad española. No me gustan las imposiciones, los encasillamientos ni por supuesto las exclusiones. Cada persona es única y siempre he pensado que la verdadera patria es la humanidad. Pero mi condición de ciudadana vasca sí me ayuda a entender y opinar sobre el pasado de violencia en mi tierra y en el resto de España y en cómo debería ser el presente y el futuro en torno a la Memoria.

Aunque derrotamos a ETA hace más de 10 años, que la derrotamos desde el Estado de Derecho y desde la democracia, queda mucho camino por recorrer. Mucho por reconstruir y mucho por deslegitimar. Desgraciadamente, además de los asesinatos, la violencia terrorista tuvo muchos más efectos: secuestros, extorsión, violencia de persecución... y un relato que se continúa retorciendo y manipulando sobre lo que vivimos y sufrimos.

El último episodio lo hemos visto esta semana en algunos ayuntamientos vascos y en concreto en su página municipal de Memoria donde se ha situado en el mismo plano a víctimas y victimarios. En el caso de Galdakao, gobernado por Bildu, la página web de recuerdo y homenaje a vecinos víctimas de vulneraciones de Derechos Humanos realizada por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, ha incluido a dos miembros de ETA con varios asesinatos a sus espaldas en el capítulo de Memoria reciente. El alcalde ha justificado el hecho por el ámbito académico de esta Sociedad Aranzadi pero claro, si se tuviera afán académico se hubiera incluido en los informes para las web de Memoria a todas las personas a las que ETA vulneró los Derechos Humanos. En un Estado democrático un asesino no es víctima, es un victimario. Un asesino y quien le ampara es siempre violador de DDHH.

Y no parece que Galdakao sea el único caso en municipios vascos en los que se pretende blanquear la historia criminal de ETA. El Partido Socialista de Euskadi lo ha denunciado y han comenzado durante esta semana todo tipo de justificaciones por parte de algunos que no tienen ninguna base. Ninguna base que no incluya manipulación histórica y relato basado en la mentira.

Este tipo de hechos no pueden salvarse poniéndose de perfil o justificando lo injustificable. Porque una memoria digna es el derecho de las víctimas y de la sociedad vasca y española a la verdad, la justicia y la reparación. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskadi en los últimos 50 años.

Las y los socialistas vascos siempre nos pondremos en el lado de la historia y de la Memoria que respete la dignidad de las víctimas, de las diferentes víctimas. Ellas son el resultado del ejercicio de la violencia con la justificación, comprensión y explicación de parte de la sociedad, justificándola como consecuencia, supuestamente inevitable, de un conflicto político o identitario.

Deslegitimar todo eso, sin filtros semánticos ni blanqueamientos, es lo que corresponde a las administraciones públicas, especialmente a las vascas. Nuestro presente y nuestro futuro debe ser exigente con la memoria deslegitimadora para poder avanzar en la convivencia y en los valores democráticos.

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