Carta con respuesta

Patio de colegio

"El Che es un canalla". Así dice la niña de bien Esperanza Aguirre. La niña bien que en la España en blanco y negro era "niña requetebién". La niña de la banderita de Cruz Roja que, valiente e intrépida, jugaba con papá y mamá a recaudar pesetillas para los pobres de la caridad. La niña que jamás llamará canalla al dictador bajito y canalla. La niña que, mientras el Che abogaba por un pueblo culto, celebraba navidades bajo acordes falangistas con hedor a polvorón fúnebre. La niña fascista que, por falta de autoestima, se disfrazó de mecha rubia y sonrisa pueril para conseguir ser una vieja binguera con olor a ducado rancio y color de peca caudillera.

FRANCISCO GARCÍA CASTRO ESTEPONA (MÁLAGA)

¿Qué? ¿Haciendo amigos? Los bajitos, los peluqueros y sus clientas, esa tercera edad que tanto disfruta en el bingo... ¡Hasta la Cruz Roja! ¡Mira que acusar a Franco de bajito! No era muy alto, es verdad, pero dudo mucho que lo hiciera aposta o por pura maldad. Aguirre no dijo que el Che fuera un canalla: dijo que lo habían dicho los jóvenes del PP (quizá haya incurrido en oxímoron) y afirmó que "está bien" y que "no está de moda decirlo". Puede que Aguirre sepa mucho de trajes sastre, pero de modas ideológicas no parece estar muy al día: hasta un editorialista de El País vino a decir lo mismo (si bien con otras y más farragosas palabras). Aunque esté de moda, no está bien decirlo, en mi opinión. Es una vileza. El Che luchó por la libertad de todos y es todavía un ejemplo para muchos.

Una vez me sorprendí a mí mismo, muy enfadado, regañando a mi hija por enfadarse y tener mal humor. ¿No le pasa a usted lo mismo? ¿Es necesario el insulto radiofónico? ¿Sirve de algo o rebate lo que ha dicho Aguirre? ¿Por qué se rebaja a su nivel? Entre unos y otros, parece que han decidido que volvamos al patio del colegio, así que perdonen que no les acompañe: yo ya aprobé (con buena nota).

Llamar canalla al Che es una vileza, pero no porque Aguirre lleve mechas, juegue al bingo o haya tenido una infancia de niña rica. Es la misma vileza cuando la dice un empleado de Prisa en pleno ataque de exceso de celo. Por otra parte, su amateurismo psiquiátrico me interesa: ¿está seguro de que Esperanza Aguirre padece de falta de autoestima? A simple vista, yo diría que está encantada de conocerse. No digo que no tenga razón, pero ¿en qué lo nota? Y, de ser verdad que eso conduce a darse mechas, cuánto déficit de autoestima debe de haber por ahí.

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