Carta con respuesta

Más iconos

Al preguntar a los jóvenes con qué iconos se identifican mejor responden: el dinero, el preservativo, la fiesta y la moda. Aunque ellos necesiten referentes que apunten alto para andar por la vida, la imagen que las autoridades públicas muestran como referente para vivir es sexo cutre y una falta total de ideales. Las reiteradas campañas para evitar enfermedades venéreas y embarazos parecen dirigidas a bestezuelas que sólo atienden a sus ritmos biológicos. Nada se dice del amor verdadero en el que se fundamenta una familia, nada de la espiritualidad que les eleva, nada de preocuparse por el prójimo, nada de disciplina ni esfuerzo. Que las nuevas generaciones tendrán que echarnos en cara muchas cosas salta a la vista, empezando por nosotros, los padres, que exigimos mal y poco por pura comodidad.

MARÍA FERRAZ BARCELONA

Como decía el gran Woody Allen, el sexo sólo es sucio cuando se hace bien. ¡Como si eso fuera tan fácil a una edad temprana! Y en cuanto a la falta de ideales, no suele estar al alcance de los más jóvenes: sólo a partir de los 40 empieza uno por fin a ser capaz de traicionarse a gusto. ¿A quién pretenden engañar esas autoridades públicas que hacen esas falsas promesas a los pequeños más impresionables?

Estoy de acuerdo y comprendo su irritación contra autoridades como la despiadada Esperanza Aguirre, por ejemplo, que no hace más que echar por tierra los símbolos de la juventud. El Che Guevara, un canalla; mayo del 68, unos atorrantes; Gandhi, un renacuajo que no tenía dos bofetadas; Jesucristo, un cantamaña-
nas que no dio en su vida un palo al agua, etc. No sabía que, a cambio, sólo les ofreciera "sexo cutre", pero si usted lo dice, me lo creo. Me parece una oferta de una extraordinaria generosidad, por más que esos jóvenes (siempre tan ingratos en sus locos cacharros) lo rechacen (a favor del sexo sublime, de la fundación de hogares o de cualesquiera otras pamplinas propias de su edad).

En fin, hay esperanza con Esperanza. Esta generación de autoridades públicas fue educada en los más sanos principios e ideales y ya ve el resultado: ha salido cínica, frívola, interesada y codiciosa. A lo mejor, si educamos a una generación según la pedagogía de Esperanza Aguirre, sin iconos ni modelos morales, con ánimo de lucro y en manos de la iniciativa privada, puede que nos salgan héroes de la espiritualidad y campeones de la filantropía. Estos chicos ya se sabe: ¡con tal de llevar la contraria!

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